Cuando llego al supermercado los fines en las tardes y noches, sin importar si es fin de semana o no, siempre veo en las cajas largas filas de pelaos y mamuyones con las carretillas llenas de licor.
No se qué clase de fiesta, arranque, convivio, salida o "trip" tenían organizados cada uno de esos grupos de personas. Pero lo que sí me quedó claro -por la cantidad de botellas que veía en cada carrito- es que pensaban quedar tirados de borrachos.
Parece que si el guaro no es el común denominador en la ecuación, nadie organiza una actividad recreativa en este país. Si es una ida a la playa, el cooler tiene que ir lleno. Si es una estadía en una cabaña en las montañas chiricanas, también. Y si nos trasladamos a uno de esos resorts que tan de moda están, procuramos adquirir un plan de "todo el guaro incluido", para que nunca nos falte el combustible para llegar más rápido a la decadencia.
Viendo el otro lado de la moneda, he podido apreciar cuán subvalorados son las áreas recreativas verdaderamente sanas de la ciudad capital, como el Parque Recreativo Omar.
Hace un mes el espejo me convenció de que debía volver a hacer ejercicio, y empecé poco a poco a correr alrededor del parque. Dando vueltas y viendo al resto de las personas, caes en cuenta de que el parque está ubicado en una de las zonas más densamente pobladas de la ciudad. Y sus habitantes son de un buen nivel de ingresos. Sin embargo, son contadas las personas que hacen ejercicio, o llevan a sus hijos a jugar aquí.
Al final, la realidad me golpeó como un ladillazo: todas las personas que se encuentran en el Parque Omar en su hora más concurrida no alcanzarían para llenar ni una de las discotecas de moda en Panamá. Es deprimente.
Vivimos en la cultura del licor, de la música estridente y del desenfreno. Si no tenemos una botella al lado, podemos decir que la noche está perdida.
Y eso de que en Panamá no hay lugares para divertirse es cuento. Hay cines por todos lados, tenemos algunos parques, tenemos la calzada de Amador, museos y un zoológico. Hay pistas de bolos, hay una Cinta Costera con canchas de baloncesto y fulbito.
Hasta sentarse a jugar playstation resulta más beneficioso, entretenido y constructivo que sencillamente sentarse en una mesa de bar a beber y beber.
¡Ejercítese, lea, viaje, báñese en una piscina pública o privada, pero haga algo constructivo! Estamos verdaderamente amarrados a los vicios y a la ociosidad.