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Aunque no existen patrones para encasillar las respuestas sexuales, pues cada mujer y cada hombre experimentan distintas sensaciones, intensidades y duración.  |
Quejidos, sollozos, sonrisas y carcajadas, gritos y gritotes... Cualquier expresión puede resultar válida para acompañar ese instante de goce sexual supremo llamado orgasmo. Estadio perseguido por hombres y mujeres, durante el cual desaparecen las nociones de tiempo y espacio y en donde la realidad pierde sus fronteras.
Impulsado por las caricias, los besos, los juegos eróticos y la penetración, en el orgasmo el cuerpo se altera y transforma para escalar el monte del placer y luego deja a los amantes en el remanso de la satisfacción. Una satisfacción que, según los expertos, reporta grandes beneficios para la salud física y mental.
Aunque no existen patrones para encasillar las respuestas sexuales, pues cada mujer y cada hombre experimentan distintas sensaciones, intensidades y duración, sí es necesario conocer ciertas particularidades de género. Por ejemplo, a diferencia del orgasmo masculino, visible por la eyaculación, el clímax femenino carece de señales muy notables que lo evidencien, aunque hoy se asume que las mujeres eyaculan en cantidades tan minúsculas que pasan inadvertidas. En ella el ciclo de las cuatro fases se cumple en mayor tiempo que en el hombre (un promedio de 15 minutos mientras a él le toma entre 3 y 5 minutos).
Se reconocen tres niveles de orgasmo femenino: el vulvar, también conocido como clitoriano o superficial, con espasmos del músculo pubocoxígeo (PC); el uterino, producido por la estimulación profunda en el Punto G (zona sensible del interior de la vagina); y el mixto, que es la combinación de ambos.
También se habla de otras zonas ultrasensibles detectadas en la mujer, tales como la fornix o esquina superior de la vagina, el punto U que es la abertura hacia la uretra, y el punto X, entrada del cuello uterino.
Ya se sabe que las mujeres pueden tener orgasmos múltiples en un encuentro sexual, y hasta hace poco se consideraba que los hombres eran incapaces de experimentarlos pues requerían de un período de recuperación (refractario) para recomenzar y volver a eyacular. Sin embargo, estudios recientes concluyen que la multiplicidad es posible si ellos separan el orgasmo de la eyaculación; que los hombres no siempre pierden la erección después de un coito y que los orgasmos múltiples ¡se pueden aprender!
Se identifican tres patrones de orgasmo masculino múltiple. El no eyaculatorio (NE): él lo experimenta pero inhibe la eyaculación valiéndose del músculo PC; la multieyaculación: se presentan varios orgasmos seguidos acompañados de una eyaculación parcial o total; y el intenso con eyaculación, seguido de otros menores o réplicas. |