Domingo 28 de octubre de 2001

 

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  OPINION

EDITORIAL
¡Viva San Judas!

No es temerario decir que son cinco las principales devociones en el país: Don Bosco, Papá Chu en Atalaya, el Cristo Negro de Portobelo, el Divino Niño y San Judas Tadeo. Y, sin riesgo de equivocación, podríamos afirmar que San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, gracias a los numerosos "favores" con que favorece a sus devotos, que le rezan con fe. En Alemania, Italia, América y muchos países más, tiene una gran cantidad de devotos que dicen seguirlo por tener la gracia de Dios, servirle de intermediario y apoyo espiritual, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios más.

En Panamá se cuenta con una reliquia importantísima de este santo: una astilla de hueso. En torno a esta pieza ósea se reúne una multitud incontable, hoy domingo, lo que demuestra que el panameño todavía no ha perdido su fe, y es capaz de poner en Dios sus esperanzas. Sin confusiones doctrinales, bien se puede señalar que en Panamá, San Judas es intercesor por excelencia. Santa Brígida cuenta en sus "revelaciones" que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Judas es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios". Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe".

Simón significa: "Dios ha oído mi súplica". A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día, el 28 de octubre, porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos predicando la Palabra de Dios por todas partes. San Judas Tadeo estaba íntimamente relacionado con Jesús de Nazaret por su parentesco con San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen. Sobrino y nieto de estos dos santos, es a la vez sobrino de María y José, por lo que resulta ser primo de nuestro Señor Jesucristo.

Durante su adolescencia y juventud, Judas fue compañero de Jesús. Cuando Jesús comenzó su vida pública, Judas dejó todo por seguirle. Refiere la tradición que San Judas y San Simón sufrieron martirio en Suanis, ciudad de Persia, donde habían trabajado como misioneros. A San Judas le dieron muerte con una cachiporra. Por eso se le representa con una porra sobre la cabeza. Luego, le cortaron la cabeza con un hacha.

Los panameños deberíamos aprender de este hombre bueno, su ejemplo de entrega y fidelidad a Dios. Lo dejó todo por seguir ese ideal de paz e igualdad que proclamaba Jesús. Tal vez eso es más importante que poner demasiada atención en la reliquia ósea con que es bendecida nuestra nación. No sigamos un hueso; más bien, imitemos la vida de fe y fuerza ideológica de Judas, lo que traerá progreso y justicia social al país.

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