El hombre se lució. Fueron dos horas de pura fuerza, recuerdos y voz. Vicente Fernández y su música llenaron el l Madison Square Garden (MSG) de Nueva York.
Poco más de 6 mil personas cantaron, bailaron gritaron y lloraron con el que es considerado uno de los más grandes ídolos de la canción ranchera.
Pero además, fue una noche de recuerdos de este cantante mexicano, cuyo paso de los años es ya evidente en su rostro, pero su voz, dominio de la escena y relación con el público, parecen no resentirlo.
Ataviado con su tradicional traje de charro, el veterano cantante fue recibido con una ovación de pie por un público que llevaba ya más de una hora esperándole entre cerveza y cerveza.
Pero no tardó en echarse a la gente al bolsillo. Desde los primeros acordes del concierto invitó, y recibió del público, los coros a cada una de sus interpretaciones.
El espectáculo se basó en el repertorio que a lo largo de los años ha construido la carrera de "Chente" y que hombres, mujeres y jóvenes de todas edades cantaron de memoria.
"Las llaves de mi alma", "Por tu maldito amor", y "Acá entre nos", pusieron a unos a bailar y a otros a llorar.
Cheeennnte. presidenteeeee", se oyó una y otra vez a lo largo del concierto un sector del público, al parecer interesado en animar al cantante a probar un cambio de carrera.
La interpretación de "Mujeres divinas", a mitad de la velada, pareció ser el himno que todos esperaba.