¿Hasta cuándo ayudaremos a la muerte?

Por: Licda. María del Pilar Alabarca S.
Colaborador
Nuestra sociedad y el mundo actual se han visto consternados ante los constantes crímenes y ola de violencia que sufren cantidades de personas víctimas de inhumanos que ven en la sangre el desafío de su venganza. No es posible,, que hechos en donde los más vulnerables de la sociedad (niños), tengan que ser parte de las tragedias en donde los adultos jamás pensaron en ellos al momento de tomar una fatal decisión. Y me pregunto ¿hacia dónde caminamos?, porqué se está llegando a actos que no tienen suerte ni parte con Dios, y pienso si es realmente esta vida un mundo en el cual todos queremos vivir, o compartimos criterios amenazadores que extingue la raza humana. Nunca antes se había visto los horrores que se observan en los medios de comunicación y que son temibles en la sociedad panameña, cuando una hija mata a su madre, un vecino al otro, un hijo a su padre y criminales que no tiene alma cuando asesinan a niños sin misericordia, buscando en estos la venganza de algo que no se les dio. Hemos sido testigos cuando en otros países se castiga sin pudor a niños, jóvenes y adultos por su actuar, aquí en Panamá la justicia resulta ser tan apacible y soñadora, cuando al dictar sentencias injustas que lo que provoca es que la sociedad se tome la justicia en sus manos. Los crímenes tienen que tener ante la faz del planeta una lucha inapelable, porque quien mata, jamás pensó en los derechos de esa persona. Estos hechos estremecedores y sangrientos estamos viviendo en este siglo, donde los celos están segando la vida de hombres y mujeres que no encuentran salida a una ruptura pasional conllevando a ambos a un destino incierto del más allá. Los idilios pasionales, vuelven a la orden del día, y es que somos seres racionales, no se puede continuar con un pensamiento egoísta y machista de que si no es conmigo con nadie. Los hombres y mujeres debemos ser capaces de comunicarnos si una relación matrimonial o de años no funciona, el mejor camino es la separación y no quitarse la vida como muchos faltos de corazón lo hacen. El verdadero amor, no hace daño a nadie, no podemos seguir con esta doctrina de la muerte, colaborando con ella hasta sin cesar, dejémosla trabajar como debe y no con nuestras propias manos incurriendo a un grave mandamiento como expresa: "NO MATARÁS". No somos Dios, para decidir sobre la vida de los demás. La autora es periodista
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