EDITORIAL
Crónica sin sentido por una Gran Terminal
Sobre el conflicto por el traslado de buses interurbanos y del interior a la nueva Gran Terminal han pululado varios fantasmas. El primero, y más fatídico, es el de la incapacidad de gobernar que arrastra el gobierno. Tanto el ministro Spadafora, como el director de Tránsito, Carlos Harris, han dado muestras incuestionables de debilidad, de falta de creatividad y decisión. Por eso cada ruta ha hecho lo que le ha venido en gana, y están muchos buses dispersos haciendo piquera en cada esquina de la ciudad capital. Además, los buses que cruzan la urbe para dar su mediocre servicio citadino, se han empeñado en no pasar por Albrook, perjudicando todo el engranaje, y no es hasta ahora cuando se les exige, a fuerza de boletas de infracción, que atiendan a los cientos de usuarios que llegan a este sector. En el tema del transporte por la Gran Terminal, lo vemos bien, no hay orden ni ley. Otro de los espectros es la renuencia de los sindicatos de transporte, su fuerza exagerada, y su oposición a la Gran Terminal porque enriquece a unos pocos, en perjuicio de todas las organizaciones. ¿Tienen razón los conductores cuando dicen que no se les debe obligar a usar la terminal de Albrook, y que bien podrían estructurar cada ruta la suya? ¿No es mejor que la Gran Terminal sea del gobierno, para que el asunto de la privatización y enriquecimiento de un grupito no sea argumento en contra? El otro fantasma es el de las acciones de los transportistas. El viernes fueron capaces de paralizar la mitad del país con un tranque descomunal que dejó varados en la Interamericana a mucha gente inocente. A lo largo de la semana, otra agrupación decidió salirse de la Terminal y ponerse en media calle a hacer piquera. Los buses del oeste se han empeñado en quedarse en la piquera de El Chorrillo, en medio de la inmundicia y el crimen. Cada quien halando la nave del servicio del transporte, para lados distintos. Sumando toda esta debacle, el país se queda con cientos de miles de usuarios tirados sobre algo parecido a una mesa de ping-pong: de un lado para otro, sin ritmo ni certidumbre alguna. Hace falta que el gobierno haga eso, para lo que se le escogió: gobernar. Si se está pensando en transacción, tendrá que intervenir con capital y decisión en la Gran Terminal, para garantizarle ganancias a todos, y no a un pequeño grupito de adinerados. Pero, ojo, y que no se propicie monopolios ni ventajas para unos en detrimento de otros.
PUNTO CRITICO |
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