MENSAJE
¿Casualidad
o providencia?

Hermano Pablo
"Por favor,
señor, ¿nos ayuda?" El pedido era amable y
hecho en forma amistosa. Dos jóvenes de apariencia vasca
estaban pidiendo ayuda. Y Manuel Cepeda, madrileño, se
ofreció a empujar el auto de los jóvenes. Se encontraban
en Madrid, capital de España.
En eso Manuel se fijó en la placa. Era la misma del
vehículo suyo, con igual número, lo cual le despertó
sospechas, de modo que cuando pudo, avisó a la policía.
Al hacer la investigación, resultó que los jóvenes
eran terroristas, y el auto estaba cargado con quinientos kilos
de explosivos. El auto había sido robado en un lugar,
y la placa en otro. ¡Jamás hubieran imaginado esos
jóvenes que el dueño de esa placa era la persona
a la que le pidieron ayuda para empujar el vehículo! La
intención de ellos era hacer explotar la carga y destruir
un gran edificio de apartamentos. Su intento, por supuesto, quedó
frustrado.
Interesante caso este. Dos jóvenes terroristas planean
volar un complejo de apartamentos. Usan un auto robado y le ponen
una placa también robada. El auto se les queda parado
en una calle y piden ayuda de un voluntario. ¡Y resulta
que ese voluntario es el dueño de la placa robada!
Muchos delitos se descubren exactamente así. Los detectives
de todos los países saben que los crímenes que
no dejan ninguna pista son descubiertos por algún detalle
inesperado.
¿Por qué será así? Porque el que
hace el mal no tiene el poder para controlar todos los detalles
de su maldad. Cuando cree que ha examinado todos los pormenores,
y está seguro que nada se le ha escapado, el descuido
más tonto lo vende, y su intención queda frustrada.
El gran sabio de todos los tiempos, el proverbista Salomón,
dijo: "El que es justo obtiene la vida; el que persigue
el mal se encamina a la muerte" (Proverbios 11:19).
¿Por qué es que continuamente insistimos en
la importancia de apartarnos del mal y seguir el bien? No es
para ganarnos el cielo y evadir el infierno, aunque eso también
debe motivar nuestras acciones. Lo que nos interesa es que todos
encontremos, aquí en esta tierra, la mayor armonía
y paz que esta vida pueda dar. Los Salmos dan el mismo consejo
en la manera siguiente: "El que quiera amar la vida y gozar
de días felices, ...que se aparte del mal y haga el bien;
que busque la paz y que la siga" (Salmos 34:12,14).
Hagamos eso. Busquemos la paz, y sigámosla. Esa paz
la hallamos cuando entramos en armonía con Cristo. Hagamos
de Él el Señor de nuestra vida. En Él hay
absoluta paz.
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