Tenemos que aceptar que vivimos en una sociedad, organizada por y para los hombres. Y muy a pesar del nuevo empuje y la lucha que están haciendo en todo el mundo las mujeres, su discriminación aún subsiste.
El peso de la tradición cultural y los obstáculos por vencer son grandes y extensos. Instintivamente, los hombres evaluamos en forma distinta las reacciones de las mujeres.
Si el hombre grita o golpea el escritorio, decimos que tiene un carácter fuerte. Si esto mismo lo hace una mujer, la acusamos de ser histérica.
En nuestro país ser mujer también es asunto por resolver. No obstante, cuando uno empieza a leer situaciones que se dan en otros países, Panamá es un paraíso. Por ejemplo, todavía existen lugares en la India, donde resulta una desgracia tener una hija. Sobre todo si en la familia ya existen otras niñas y peor aún, si viven en el campo, donde se necesitan brazos fuertes que ejecuten las labores agrícolas.
Un reportaje publicado tiempo atrás por el New York Times, revelaba cómo, a pesar de estar prohibido, en la India todavía se usa que la familia de la novia, pague una dote a la del novio.
Además, la familia nunca más verá a su hija, pues ella pasa a formar parte de la de su marido.
Esta situación, fomenta en dichas áreas apartadas, los abortos, pues no vale la pena invertir en alimentar y educar a una niña.
En cambio, para el niño, cualquier dinero gastado, es una inversión, ya que mientras más educado sea, mayor será la dote que puede exigir para casarse.
El drama se vive igualmente en China, Corea del Sur. En Asia el aborto selectivo no es por la dote, sino, que la verdadera razón, pareciera ser la mayor valoración que tienen los hijos varones sobre las mujeres
En China, por ejemplo, viven 60 millones más de hombres que mujeres.