Cuando recibí mi primer cheque (sueldo) tenía cuatro meses de haber cumplido dieciochos años. Lo miré varias veces y al cambiarlo me pareció una montaña de dinero. Realmente eran unos sesenta y tantos balboas por quincena.
Sin embargo, en mayo del año cincuenta y nueve, ese dinero rendía mucho más que ahora (la gasolina costaba menos de treinta centavos el galón, por ejemplo).
Ya había pensado lo que haría con esa "pequeña fortuna". Le di algo a mi madre y me sentí orgulloso de contribuir a los gastos de la casa.
(Luego supe que eso no le gustó a mi padre. Su machismo le impedía aceptar que "otros" que no fueran su esposa y el, mantuvieran el hogar).
Una parte la gasté en abonar un escritorio de madera. Al ver sus barnizadas tablas me sentí satisfecho de la vida. En ese escritorio escribí mucho material periodístico y clases de la universidad.
Ahora a veces tengo curiosidad por saber en qué gasta la juventud actual "su primer cheque". Y me he llevado tremendas sorpresas.
Una abuela me dijo que su nieto gastó su primer sueldo... en un costoso celular y un horrible tatuaje.
Con la cara llena de recuerdos, una profesora colega indico que su primer cheque lo gastó en "modernizar su casa", comprando electrodomésticos.
Alguien quiso guardar el cheque en un cuadro, pero tuvo que cambiarlo antes que perdiera su valor.
Varias personas recuerdan con ternura los regalitos que le hicieron a sus padres con ese dinero.
Por supuesto que hay quienes lo gastaron en ropas adecuadas para poder trabajar.
Incluso un caballero pensó que el uso más adecuado era buscar a una extranjera para amarla y realizar una de sus fantasías.
Pronto saldrán a la calla miles de jóvenes a buscar trabajo.
Sería conveniente que en colegios y universidades se les oriente sobre la utilización de sus salarios.
No vaya a ser que lo malgasten en vicios y cosas superficiales.
Recuerdo que cuando le dije a la abuela que su nieto hizo mal, (el del tatuaje), lo excuso señalando que ¡Los tiempos cambian!.