Los panameños nos quejamos mucho de los malos ciudadanos que no imparten justicia en estricto derecho, no son imparciales y cometen desatinos descabellados.
Los casos más comunes se ven en las corregiduráas, donde, de boleta en boleta, estos funcionarios creen que solucionan los conflictos del vecindario o de las comunidades que les corresponden. Pareciera que los que abusan de las influencias tienen acceso a más boletas, de cualquier tipo que las propias víctimas. Vaya acción tan descabellada y jalada de los cabellos.
Las acciones son apeladas, pero muchas de ellas duermen en sueño eterno. Nadie pareciera ponerles un alto a estos exabrutptos jurídicos y hasta premetidados.
Los puestos en varias instancias, muchas veces corresponden a pedidos políticos, alejados del concepto de justica, de capacidad, de conocimientos plenos y de profesionalismo. Esta política ya debe cambiar, por una repleta de buenos profesionales, que los hay por montón.
Las corregidurías emiten boletas a "tutliplén", sin determinar las situaciones claras de violaciones a los derechos humanos, a la propiedad, al escandalo, a los atropellos, acosamientos, peleas familiares, pensiones, etc.
No es cuestión de actuar parcializados y buscándole a todo una quinta pata. Los que así actúan se exponen a querellas, a acusaciones serias y graves, que les pueden ocasionar el despido inmediato. Algunos juzgados actúan con más moderación, pero, a veces, caen en aquello de malos panameños.
Las comunidades tienen el soberano derecho de pedir apoyo a las estaciones policiales, no importa la cantidad de veces. Es un derecho y más cuando la vida corre peligro, cuando son acosados, perseguidos, ¿o es que quieren que las víctimas sigan aumentado?