"La única nueva idea que puede salvar a la humanidad en el siglo 21 es que las mujeres tomen la herencia del mundo, a nosotros los hombres", dice Gabriel García Márquez, "hemos menospreciado y ridiculizado la intuición femenina y, por otra parte, nosotros la hemos sacrificado históricamente a nuestras ideologías, casi todas ellas absurdas o abominables".
A través de los tiempos, la historia ha estado jalonada de hechos en los que la mujer ha jugado un rol relevante y ha dado muestras de su inteligencia, valor y hasta su heroísmo, lo que deja huellas indelebles y demuestra al mundo entero que ellas como parte indivisible de la humanidad, al igual que los hombres, están en condiciones de realizar acciones que pueden cambiar la historia, agitándose en actividades disímiles, aglutinando la gran convicción de que el trabajo en unidad con el hombre y en sana emulación contribuye al desarrollo de la sociedad que ambos hombres y mujeres comparten.
Históricamente, el empoderamiento de la mujer durante el Matriarcado se cimenta en la agricultura, la caza, recolección, reproducción, conservación del fuego, en fin, el cuidado del hogar y con ello el desarrollo de una inventiva que le hace valorar en su máxima expresión los productos de aprovisionamiento para sus vástagos, por lo que rudimentariamente (Edad de Piedra), mediante la cría de aves de corral, descubre particularmente los múltiples beneficios de su cacería y recolección. No obstante, el huevo inicia su entronización al emplearse como forma primaria de nutrición y reproducción avícola.
Sin embargo, el desarrollo de las destrezas de la mujer granjea una mayor producción de alimentos de admiración para la precaria subsistencia. Y surge así la posibilidad de la propiedad privada como patrimonio familia.
Es en este periodo en el que la mujer tiene mayor oportunidad de cuidar el hogar permitiéndole su sedentarismo, la arraigada idiosincrasia sobre los poderes del huevo de incalculable proteína que, en nuestros días, de acuerdo con las investigaciones, son de gran nutrición, dado que se estimaba a los huevos con poderes mágicos, como instrumento para las limpiezas espirituales, objeto de rituales de despojo, pócimas afrodisíacas, trueque de nuevos alimentos, así como las creencias míticas en el proceso de empollar.
Si bien es cierto, el Patriarcado fue una gran derrota histórica para las féminas, pero al ser la mujer relegada a la cocina, reproductora de hijos y considerada como objeto sexual también es lo que le faculta a forjarse las condiciones para una mitología del huevo que muy a pesar de los siglos aún prevalecen.
Es la edad moderna la que visibiliza a las mujeres, formalmente gozan de los mismos derechos que los varones y aunque no se traduce en la vida práctica, sí es la mujer la que pondera una cultura del huevo y la que impera hasta nuestros días.