Nicaragua vio una luz en el túnel para superar la crisis política, después que esta semana el presidente, Enrique Bolaños, y el líder sandinista, Daniel Ortega, acordaron congelar las reformas constitucionales que quitan poder al gobernante.
Bolaños y Ortega, máximo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, acordaron posponer la vigencia de las reformas constitucionales que debilitan el poder al Ejecutivo hasta después del 2007, luego de que concluya el mandato del actual presidente.