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Son otros tiempos, y por ello venimos privilegiando el papel de ABAP, y quienes no entiendan este camino, equivocarán las metas y con ello el éxito en sus negocios.  |
La Asociación Bananera Panameña (ABAP), no puede más que expresar su complacencia por las iniciativas que están tomando el Ejecutivo y el Legislativo en materia de análisis, apoyo y búsqueda de soluciones a dos productos básicos de exportación claves para el futuro económico de los panameños.
Nuestro gremio, cuya actividad sigue sometida a una profunda crisis que estamos enfrentando, considera que es indispensable el papel del Estado, del Legislativo, de los productores y trabajadores, en la solución mancomunada de estos graves problemas económicos.
Es una alentadora noticia para la provincia de Chiriquí, en el ojo de la tormenta bananera y cafetera, que la Asamblea Legislativa analice con la urgencia necesaria en el terreno, la crisis de los caficultores, que como hemos dicho deteriora aún más la situación económica de nuestra pujante región.
En diversos comunicados al país hemos puesto el acento de las soluciones más allá de temas particulares, porque la provincia es un todo, aunque tiene dos pilares fundamentales, como lo son el banano y el café, productos por excelencia de nuestra oferta exportable y gran generadora de mano de obra.
ABAP en comunicación con las autoridades, con los gremios, la opinión pública, ha hecho reiterados llamados a buscar soluciones realistas inmediatas, con la urgencia que requiere la provincia, hoy sometida al flagelo del desempleo, migración del campo a la ciudad, y no sabemos sí mañana a la violencia social.
Las políticas de apoyo al productor del banano y el café, los préstamos blandos, deben ser una medida urgente, porque estamos ante una crisis profunda, muy extendida en el tiempo, y que tiene variables externas inmanejables para el empresario local y el empleo en la zona.
Si una atinada política bananera en nuestro caso, no será posible atender de manera exitosa los retos de la competitividad, porque se trata de ser rentables, donde cada país quiere colocar su fruta en las mejores condiciones posibles.
El Estado, ni la empresa privada pueden desentenderse de la importancia socioeconómica que representan para el país los cultivos del banano y café, y nos parece que así se ha comprendido, en medio de esta profunda crisis, y lo que se trata es de enfrentarla. Desde que concluyo el Pacto Mundial del Café en 1989, los precios del grano han descendido espectacularmente, y hoy no se cubren siquiera los costos, lo que significa la ruina de este sector de la economía nacional.
Como se sabe, la competencia y el intercambio no son válidos para productos inelásticos como el café, principalmente. ABAP, como gremio ha querido llamar la atención en diversas oportunidades sobre la necesidad de volver a mirar el campo, de trabajar seriamente en una política agropecuaria reactive, integre, desarrolle, saque de la marginalidad y obsolescencia al sector agropecuario, una víctima del capitalismo salvaje y del neoliberalismo a ultranza.
Sólo debemos pensar cuánta gente y cuántos son los que vivimos en el campo, más allá del Puente de las Américas, para reevaluar la situación de nuestra agricultura, y si el país está en capacidad de generar tantos servicios para suplir los ingresos de la mitad de la población nacional.
Los productores bananeros nacionales, bajo el liderazgo gremial de ABAP, tenemos clara nuestra estrategia respecto del futuro bananero, cuyo camino es la transformación de nuestras fincas y sabemos cuán valioso es el papel del Estado, de la Asamblea Legislativa a la hora de los consensos, como de la aplicación de nuevas tecnologías, del trabajo armónico con los trabajadores y de la atención a la administración, productividad y calidad de nuestro producto, como de los mercados.
El papel de un gremio es vital en estos tiempos, como contraparte del Estado y de las instituciones públicas, de las comercializadoras y de las entidades internacionales del comercio, cooperación y desarrollo económico. |