En la actualidad los malos ejemplos abundan y lamentablemente la juventud es la más afectada con los mismo, no solamente los da la televisión y las empresas que fomentan los malos vicios, sino que la clase política se ha sumado, enseñándonos que en la corrupción y la mentira hay un estilo de vida de impunidad y opulencia.
Un estilo de vida que enseña a utilizar la palabra amistad para disfrazar las trampas y el juega vivo dentro de las entidades públicas y de cómo la honestidad y la integridad se pueden comprar con un fajo de billetes.
Muchas de las nuevas generaciones que aspiran a dirigir el país vienen ya con la idea de que “el crimen sí paga”, de que entre más deshonestos sean y menos les interese el bien común, mejor les irá en la vida, aunque el país se siga hundiendo.
Es casi imposible cambiar los aspectos que vienen con cada generación y mucho menos los aspectos negativos, mientras no se cambie el modelo que siguen.
Debemos empezar a crear nuevos hábitos de conducta en un marco de referencia en el que iniciemos la transformación de toda la sociedad panameña con valores y principios éticos y morales y sobre todo, con un enorme sentido de convicción y vocación, dejar de ser apolíticos e involucrarnos más para conocer quiénes y con qué propósitos desean gobernar el país el día de mañana. |