OPINION

CUARTILLAS
Once

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Por Milcíades A. Ortiz Jr.
Catedrático

Siempre he dicho que el golpe que dieron los militares en Panamá, se debió al fracaso y relajo de la clase política del momento. Civiles politiqueros tenían al país revuelto, lleno de escándalos, con mala imagen respecto a la honestidad y rectitud. Los partidos políticos respondían a intereses particulares “de sus dueños”, quienes curiosamente eran los que manejaban los grandes negocios del azúcar, la leche, cigarrillos, viviendas y el comercio al por mayor.

No creo que realmente ninguno de los partidos existentes respondían al deseo de ayudar a engrandecer la patria panameña. Sólo buscaban el dominio del poder para enriquecerse; distribuirse las canonjías que da el gobierno, como jugosos salarios de ciertos puestos públicos, negociados oficiales, etc.

(Recuerde lector, hablo del sesenta y ocho aunque realmente podría pensar que nos referimos a estos momentos).

El pueblo era engañado en cada elección y por eso los más “vivos” vendían sus votos a mejor postor. “Algo le sacaré a este politiquero bellaco”, decían cuando sin rubor algunos votaban no por el mejor candidato, sino por quien les daba más licor, parranda y comida.

Entre este panorama sombrío de la politiquería criolla, estaba la presencia del Dr. Arnulfo Arias, personaje que arrastraba mucha gente, pero que nunca pudo mantenerse en el gobierno por las acciones que hacía, que varios consideraban negativas.

Teniendo apoyo popular, antiguos enemigos se unieron para llevar al Palacio de las Garzas a Arnulfo, sin importarles las consecuencias que esa acción traería.

Añada a este “sancocho” politiquero los intereses de los Estados Unidos, país que no quería que un presidente nacionalista (que consideraban poco amistoso con Estados Unidos), estuviera dirigiendo el país donde funciona el Canal.

Ya los norteamericanos tenían su estrategia para Latinoamérica. Consistía en fuertes gobiernos militares, enemigos del comunismo, que fueran garantía para que no se extendiera Fidel con su ñangarismo en la región.

Todos estos ingredientes dieron origen al golpe de Estado del 11 de octubre, que duró veintiún años de dictadura, narcotráfico, desapariciones de contrarios, muertes misteriosas, exilio, saqueo del tesoro público, corrupción y destrucción de valores cívicos y morales.

Por estar luchando por controlar el gobierno, la clase política del sesenta y ocho no se dio cuenta que el verdadero enemigo estaba en los uniformados del Cuartel Central y sus norteamericanos asesores.

Hoy ha pasado más de treinta años de esta situación, pero parece que Panamá se encamina hacia otro golpe de Estado (hoy no, pero sí tal vez mañana).

Luego de la Democracia que nos trajo la invasión (aunque nos duela aceptarlo), los políticos han hecho numerosas sinvergüenzuras. Demostraron así que no aprendieron la lección y que se aprovechan de la democracia para llenarse de dinero.

¡Pobre pueblo panameño!

 

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