Con una facilidad escandalosa, los panameños y panameñas se gastan ocho dólares o más en una caja de cerveza, o más del doble en una botella de whisky.
Pero, si lo que se tiene que comprar es un libro, pegan el grito al cielo. Así vamos demostrando al mundo entero que en Panamá somos una manada, y una sociedad.
En un fin de semana de quincena, algunos jóvenes y viejos nos gastamos entre 20 y 30 dólares en chupatas, cine, parranda, chucherías y toda clase de objetos triviales. Los que no tienen para tanto se gastan menos, pero igual derrochan en tonterías.
No se interesan, sin embargo, en algo más enriquecedor como un libro.
Para nada pretendemos que esta nota se torne un sermón ni un regaño (aunque suena muy parecido). Simplemente, quisiéramos presentar una realidad, y contraponerle un argumento que nos parece fuerte: en la medida que sigamos metiendo en nuestro cuerpo licor y placeres, y no nos esforcemos por ser gente más culta, así mismo seguiremos siendo un pueblo de gente explotada, los que tienen poder económico e instrucción seguirán aprovechándose de todos, y no tendremos libertad espiritual ni física.
¿No es, en suma, libertad y dinero lo que queremos? Eso sólo se logra estudiando... y mucho. |