Un cristiano que vive en oración, lee la Palabra, se alimenta con la Eucaristía y ama fraternalmente a su prójimo no necesita de apariciones para creer porque su fe le permite "creer sin ver". Esa persona no necesita "ver para creer" y su fe está firmemente arraigada dentro sí.
El Señor algunas veces permite apariciones de la Virgen en contextos históricos delicados, para que algunos vuelvan al camino del Señor. Pero no es normal que el Señor o la Virgen María se aparezcan porque con el bautismo tenemos en el corazón las virtudes de la fe, esperanza, caridad y amor.
Si todos los días usted lee la Palabra de Dios, hace oración, ama al prójimo de verdad y contempla la belleza de Dios, estará escuchando y viendo a Dios y no necesitará de apariciones. Si usted contempla a fondo la sonrisa de un niño, la tierna y serena profundidad de una anciana (que puede ser su madre o su abuela) que habla de cosas pasadas, pero que tiene una gran belleza interior, encontrará allí a Dios. ¡No necesita apariciones, sino una fe más Viva, Crítica en Línea!
¿Cuál es su problema? Cualquiera que sea, no le voy a aconsejar como hacen los mentirosos embaucadores que dicen llamarse profesores, quienes en sus programas de radio promueven tal amuleto, talismán o baño para conseguir el favor que necesita. No caiga en esa trampa de las tinieblas. Superstición ni hechicería, ¡nunca!
Si usted considera que la solución de su problema es casi imposible, piense ¿qué es lo que el Señor querría? Pues lo que el Señor quiera es lo que usted debe pedir.
La esperanza suya, viva e intensa, alimentada con la fe, hará el milagro.
Los milagros de Dios no han cesado. Cristo hizo milagros hace veinte siglos y hoy también tiene el mismo poder para hacer milagros. Muchas veces, cuando Jesús hacía un milagro decía: "Hágase según tu fe". Por eso le pedimos al Señor que aumente nuestra fe.
Recuerde que Dios lo puede todo y CON ÉL, USTED SERÁ ¡INVENCIBLE!