En marzo de 2006 zarpó desde Colón el "Calafate", una embarcación administrada por la empresa Fobello´s Agency, cuya misión era buscar un cargamento de 330 toneladas de cemento en Venezuela y llevarlos a Honduras. A bordo viajaban el capitán Jorge Luis Villalobos Balladares, su hermano David Rodrigo Villalobos -jefe de cubierta- y Camilo Miranda -jefe de máquinas; acompañados por cinco marinos más.
Fue la última vez que los tres primeros fueron vistos.
El 5 de junio, el Calafate llegó a la Isla de Roatán, en Honduras. La nave había pasado ya por tres rigurosas revisiones, una practicada en alta mar por guardacostas de Estados Unidos, otra también en Alta Mar por la Marina de Guerra de Holanda y luego en el Muelle de Puerto Cortés, que realizaron funcionarios de la Empresa Nacional Portuaria de Honduras y policías antidrogas.
No se halló nada, según los reportes oficiales. Pero es aquí donde comienza el misterio, una serie de vacíos y contradicciones. Testimonios de personas en la zona señalan que Jorge Villalobos se bajó de la nave y fue llevado a tierra por sufrir náuseas y vómitos; sin embargo, otros reportes dan cuenta de que fue bajado de la nave por un policía preventivo.
Siete días más tarde, el resto de la tripulación fue bajada de la nave y fueron arrestados en una investigación por supuesto contrabando y defraudación fiscal. Todos fueron sobreseídos oficialmente, pero a pesar de ello, los hermanos Villalobos y Camilo Miranda fueron declarados desaparecidos en territorio hondureño. Sencillamente, se los tragó la tierra.
Los documentos sobre el cargamento están perdidos y no existen datos en las cárceles de honduras, ni en los hospitales ni en las morgues, que detallen si los marinos panameños pasaron por ahí. Los esfuerzos de las familias de los desaparecidos ante la Cancillería panameña, las justicias panameña y hondureña y hasta con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no han dado resultados hasta ahora.
Las autoridades hondureñas ni siquiera han dado información precisa sobre lo que sucedió.
Roniel Ortiz, abogado que representa a las familias de los desaparecidos, piensa que los marinos se encuentran en Estados Unidos. Ortiz se basa en que en 2008 el director de la DEA en Panamá, Joseph Evans, afirmó al entonces secretario general de la Procuraduría General de la Nación, Rigoberto González, que la DEA tenía "registros positivos" de los marinos. Pero la misma DEA luego negó que los tres estuviesen detenidos en territorio estadounidense.
Menos esperanzas aporta el hecho de que Carlos Medrano, el primer abogado que atendió el caso en Honduras, fue asesinado por sicarios.
Para colmo, el proceso en Panamá se ha estancado. Hace tres días, el Segundo Tribunal Superior de Justicia se negó a la reapertura del caso, alegando que ninguno de los documentos aportados por el abogado de los familiares son "idóneos", ni se añaden nuevas pruebas. Aún así, el Tribunal dejó abierta la puerta para la reapertura siempre y cuando se aporten las pruebas que lo ameriten.
Estos cuatro años han sido una pesadilla para Ofelina Villalobos, madre de Jorge y Rodrigo, quien ha subido y bajado escaleras en Panamá y Honduras buscando pistas sobre su hijo. También lo ha sido para Jorge Enrique Villalobos, de 14 años, hijo de Jorge Luis Villalobos; y para José Miranda, padre de Camilo.