Bella Méndez es una madre que tiene seis hijos en la inhóspita Comarca Ngäbe Buglé, un lugar donde el lodo y el fango cubren muchos caminos en comunidades de difícil acceso.
Vive en la comunidad de Camarón y es una odisea cada vez que tiene que bajar a los pueblos latinos porque la condición económica cada día se hace más difícil por el alto costo de la vida.
Ella es una de las 2 mil 487 beneficiarias del bono de la Secretaría Nacional para el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SENAPAN), en el distrito de Mironó, dentro la Comarca Ngäbe Buglé.
"Antes, por falta de dinero, tenía problemas para conseguir la comida para mis hijos, ahora con el bono estamos mejor", expresa Bella, quien complementa los alimentos del bono con los que produce en su huerto familiar.
Tiene que caminar tres horas para llegar a la comunidad de Hato Corotú; sin embargo, cada paso que da a través del maltrecho camino es impulsado por la seguridad alimentaria que recibirá su familia.
Se trata de 10 mil familias pobres que reciben semillas, herramientas agrícolas, capacitación, mejora en sus viviendas, salud y educación, que alcanza una inversión anual de $6 millones.
Los beneficiarios son en su mayoría mujeres, que de acuerdo con la secretaria ejecutiva de SENAPAN, Niurka Palacio, garantizan una adecuada administración del bono que puede ser canjeado por 22 productos de la Canasta Básica Familiar, ya que el programa de los Bonos Familiares es para la Compra de Alimentos en 36 corregimientos, calificados dentro de un rango de pobreza y pobreza extrema.
Con esta ayuda monetaria se busca la reducción de los niveles de desnutrición, aumento en la matricula escolar, más atención en los centros de salud y cobertura de vacunación de los menores de cinco años.
Estos ciudadanos viven en condiciones de pobreza extrema y a través de estos bonos tratan de salir delante de las condiciones de extrema pobreza que se vive dentro de la Comarca.