CONSULTORIO MEDICO Los transplantes de córnea

H.R. Hiller
ESTIMADO DR. HILLER: ¿Qué son los transplantes de células limbales y en qué medida pueden servir a quienes tengan problemas en la cónea? ¿Cuál es la diferencia entre un transplante de córnea y otro de células limbales? ESTIMADO LECTOR: La córnea es una membrana transparente que cubre la pupila y el iris. Además, cumple una función importantísima al controlar el paso de la luz hacia el interior del ojo, así como también actúa enfocando las imágenes. Estas funciones se llevan a cabo con normalidad si la córnea se encuentra sana y en perfecto estado. La parte exterior que recubre la córnea, el epitelio, se muda y regenera continuamente. Las llamadas células de tallo precursor que generan el nuevo epitelio se encuentran en una zona llamada el limbo, dicha zona está localizada entre la córnea y el cristalino. Los transplantes pueden sustituir una córnea dañada, pero si el ojo receptor presenta un daño limbal de cierta importancia, el epitelio del donante de la córnea quizá no pueda regenerarse. Con el tiempo, los beneficios del transplante de córnea se habrán desvanecido. Por ello los transplantes limbales se realizan para mantener el epitelio de la córnea sustituyendo las células tallo que hayan desaparecido. En los Estados Unidos se practican anualmente unos 46.000 transplantes de córnea para extirpar las córneas dañadas por una enfermedad o un accidente. Normalmente el injerto de córnea se extrae de la parte central de la córnea de un donante fallecido recientemente. Este tipo de injerto, el que se deriva de otra persona de la misma especie, se conoce por el nombre de injerto alójeno. Casi el 90% de los transplantes de córnea tienen éxito, aunque el grado de mejora de la visión varía en cada caso. Si el limbo ha sufrido daños de consideración, es poco probable que un transplante de córnea tenga éxito. Tras el transplante, las células del epitelio se pierden a mayor velocidad que la capacidad de regeneración de las mismas. Al cabo de cierto tiempo, el limbo resulta afectado, la córnea - tanto si es propia como si es transplantada de otra persona -es invadida por tejidos fibrosos y vasos sanguíneos y empieza a inflamarse crónicamente, provocando molestias y problemas en la vista. Las ventajas de los transplantes limbales es que consiguen recuperar la capacidad normal de regeneración del epitelio al restaurar el número de células tallo. Cuando sean ambos ojos los afectados, debe utilizarse un injerto limbal procedente del ojo de un cadáver o de un familiar vivo. Si se trata sólo de un ojo, puede extirparse un pequeño "autoinjerto" del limbo del ojo sano del mismo paciente para ser transplantado en el interior del ojo afectado. A diferencia de los injertos alógenos, este injerto no es un tejido extraño, por lo que no cabe la posibilidad de un rechazo. Cuando un cirujano extirpa los injertos limbales de un cadáver, tiene a su disposición en su totalidad el anillo del limbo para el posterior transplante. Cuando se procede a un autoinjerto, o un injerto alógeno de un donante vivo, por razones de seguridad existe un límite en cuanto al tamaño de limbo que puede extraerse. Si se extirpa demasiado tejido de limbo, el ojo del donante puede sufrir una diferencia limbal - una complicación que ha sido observado sólo en investigaciones con animales. A pesar de que este problema no ha sido aún observado en seres humanos, es una posibilidad que aún preocupa. Recientemente y en un intento de evitar este riesgo, el doctor Ray-Jui-Fang Tsai, del hospital Chang Gung de Taoyuan, en Taiwán ha investigado esta cuestión. Tsai extirpó trozos diminutos de tejido limbal del ojo sano de seis enfermos con afecciones limbales. En el laboratorio estos injertos fueron plantados en un cultivo de membrana amniótica (la capa interna de la placenta). Tras un período de tiempo de dos a tres semanas, los injertos, cuyo tamaño original no era más grande que la cabeza de una aguja, habían crecido aproximadamente en un cuarto. Un tejido de ese tamaño basta no sólo para sustituir el perímetro limbal sino también, si es necesario, para cubrir en su totalidad la superficie de la córnea. Estos cultivos de tejido limbal, a los que la membrana amniótica dota de una gran capacidad de crecimiento, fueron utilizados para sustituir el tejido defectuoso del ojo receptor. Tras un seguimiento de 15 meses, el epitelio se mantuvo en su integridad en todos los ojos, tanto en receptores como en donantes. La vista había mejorado en cinco ojos receptores y se mantuvo en un ojo con mejor visión que la que tenía antes de la intervención. Las conclusiones de este estudio se publicaron en el ejemplar del 13 de julio del 2000 de la revista especializada New England Journal of Medicine. Los investigadores también han hecho posible el crecimiento en laboratorio de células de córneas humanas hasta alcanzar las dimensiones de una córnea humana. Aunque el funcionamiento de esas córneas biogeneradas es idéntico al de las córneas naturales, los preparativos de este proceso son tan laboriosos que es preferible intentar el transplante. Este tipo de córneas de laboratorio también tienen de positivo que no se necesitan emplear animales vivos para las pruebas de laboratorio en las investigaciones médicas. Según sea la naturaleza de la afección, los transplantes de córnea o de limbo deben ser practicados solos o en combinación. Para prevenir daños recurrentes, deben vigilarse las enfermedades subyacentes que puedan contribuir a afectar a las córneas o al limbo antes de realizar ningún tipo de intervención. Cada año miles de persona salvan su vida o aumentan su calidad de vida gracias a las generosas donaciones de tejidos y órganos mediante técnicas quirúrgicas como las descritas. En el futuro, es posible que nuevas técnicas y métodos disminuyan o eliminan la dependencia de los injertos, pero hoy la demanda sigue siendo enorme y la necesidad de injertos alógenos continúa siendo mayor que su disponibilidad.
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Cada año miles de persona salvan su vida o aumentan su calidad de vida gracias a las generosas donaciones de tejidos y órganos mediante técnicas quirúrgicas como las descritas. En el futuro, es posible que nuevas técnicas y métodos disminuyan o eliminan la dependencia de los injertos, pero hoy la demanda sigue siendo enorme y la necesidad de injertos alógenos continúa siendo mayor que su disponibilidad.
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