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MILITARES NO QUIEREN HABLAR
Masacre de Albrook: Un crimen abominable

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Mois�s Giroldi y Adela, al instante de contraer matrimonio. Todo era felicidad en aquellos momentos.

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Florencio G�lvez F.
Cr�tica en L�nea

La asonada militar del 3 de octubre de 1989, se origin� en parte por serios problemas econ�micos que afectaban a la naci�n paname�a, matizada a su vez por serios conflictos pol�ticos y sociales.

Esta cruda situaci�n sumada a la terquedad de varios militares en no querer jubilarse y otros, el alargar el poder con Noriega,quiz�s dio pie para que Mois�s Giroldi y sus muchachos desearan darle un golpe al entonces llamado "hombre fuerte de Panam�".

Como iron�a del destino, Mois�s Giroldi Vera, se comport� leal en otro manotazo militar gestado, a�o y medio antes en 1988, se destac� el 16 de marzo, donde cayeron detenidos entre otros Leonidas Mac�as, Fernando Quezada y Renato Famiglietti.

RECUERDOS

No quiero hablar de eso, me trae malos recuerdos, dijo con voz tr�mula y nerviosa por medio de su celular, uno de los militares, supuestos copart�cipes de la llamada Masacre de Albrook, registrada en los anales hist�ricos, el 3 de octubre de 1989.

Un joven oficial llamado Ram�n D�az, figura en el grupo de tantos oficiales y civiles capturados por las fuerzas norteamericanas, tras registrarse la invasi�n del 20 de diciembre del mismo a�o.

De acuerdo a la indagatoria de Ram�n D�az, este dijo que Giroldi esposado con las manos atr�s, fue obligado a rebasar una camioneta del IRHE, y en ese instante, este dijo, casi suplicando: "Me van a eliminar no lo hagan por mis hijos" e inmediatamente Her�clides Sucre lo barri� con una r�faga de ametralladora UZI, conmin�ndole a D�az hacer disparos con su fusil Galil, que efectivamente hizo.

NECROPSIA

La necropsia realizada por el doctor Roger Montero, precisa que el cuerpo del infortunado militar presentaba 15 orificios de bala, que le provocaron un shock hemorr�gico.

D�az aparece en el expediente como el castrense que seg�n sus propias palabras fue obligado a disparar por la espalda a uno de los conjurados (Mois�s Giroldi), en una t�trica escena registrada en la madrugada del 4 de octubre, o sea 24 horas despu�s de la asonada abortada por "milicos leales" al entonces dictador y general Manuel Antonio Noriega Moreno, entre los que figuraban Asunci�n Gait�n y Evidelio Quiel (ambos desaparecidos en forma extra�a).

Los tres militares que se encontraban al momento de ser ejecutado Giroldi (en el cuartel de Tinajitas) eran el capit�n Camilo Vega, un teniente Vernaza y el sargento Ramiro Ja�n, el mayor Lucinio Miranda, al igual que los capitanes Ram�n D�az y Her�clides Sucre.

Fueron infructuosos los esfuerzos para tratar de sacarle mayores expresiones a este militar, que incluso por medio de un allegado, se�al� una vez m�s un detalle muy importante por los conocedores entretelones de esta negra historia, tan similar al alma del hoy derrocado Noriega, "que fue obligado a disparar por instrucciones de otro se�or preso en El Renacer llamado Her�clides Sucre".

"Dile que no quiero hablar de eso", dijo en varias ocasiones a otro amigo, ante la insistencia del periodista deseoso de refrescar tan nefasto acontecimiento donde sus principales gestores, incluyendo a Mois�s Giroldi Vera, perdieron la existencia, quiz�s por inocencia (recu�rdese que el malogrado militar era compadre de Manuel Antonio Noriega Moreno) actualmente confinado en Miami por narcotr�fico y pandillerismo.

Pareciera que D�az al igual que Len�n Miranda, Evidelio Quiel y Aristides C�rdoba, experto militar especializado en buceo, y otros ex hombres de uniforme, tienen recelos y aprensiones en acordarse de los siguientes nombres mayor Mois�s Giroldi Vera, jefe de la Compa��a Urrac�; el capit�n Javier Licona (sobreviviente); Federico Olechea, directivo del Batall�n 2000 (quien despu�s traicionar�a el movimiento); el mayor Jos� A. P�jaro (sobreviviente), al igual que los malogrados capitanes Daniel Arza, Le�n Tejada, Edgardo Sandoval, Nicasio Lorenzo hijo, los subtenientes Ismael Ortega, Francisco Concepci�n, Eric Murillo, Deoclides Julio y Jorge Bonilla entre otros.

Por otra parte, Dar�o Morrice Carrillo, apoderado legal de Aristides C�rdoba, admiti� que este se encuentra bien con su familia y con la sociedad, es un profesional del buceo, lo considera un hombre inocente que pas� cinco a�os preso pero que no desea saber m�s nada del fat�dico 3 de octubre.

Por su lado, Dimas Guevara, Fiscal Cuarto Superior, se�al� que el Ministerio P�blico hizo su papel al lograr la condena de varios encausados entre los que figuran Manuel Antonio Noriega, Gonzalo Gonz�lez y Her�clides Sucre.

INFAMIA

�Pero por qu� nadie quiere acordarse de esta infamia tras 11 a�os?. Malos recuerdos, molestias en la conciencia o quiz�s falta de valor para rebelarse contra el sistema imperante. El tiempo, lo dir�.

Sin embargo, Gisela Bonilla, una de las afectadas por esta masacre reiter� su malestar con estas cortas palabras: "Para m� todos son unos asesinos independientemente del fallo" en clara alusi�n a un concepto emitido en 1994 por el Segundo Tribunal Superior de Justicia, donde s�lo condenaban a Manuel Antonio Noriega, Gonzalo "Chalo" Gonz�lez (quien sigue en la caribe�a isla de Cuba) y Her�clides Sucre.

Otros personajes conocidos en esta historia son Carlos Augusto Villalaz, ex jefe del Ministerio P�blico (en aquella �poca); Adela de Giroldi, esposa del malogrado militar y el mayor Jos� A. P�jaro.

Villalaz result� detenido tras la invasi�n norteamericana del 20 de diciembre, pas� largo tiempo encerrado y ahora es un abogado m�s que litiga como cualquier jurista.

En cuanto a Adela Vda. de Giroldi, al igual que los otros familiares, hizo mucha campa�a para que se le hiciera justicia a los afectados.

No obstante, como por arte de magia "se ha perdido del mapa". En ciertos corrillos se se�ala que ya no labora en el Banco Nacional de Panam� e incluso que vive en Miami, Estados Unidos. Se ignora si es por siempre o temporalmente.

En cuanto al mayor Jos� A. P�jaro, se encuentra jubilado y en todo momento neg� que el movimiento castrense tuviese apoyo de la CIA.

Aunque otros informes no oficiales precisan que en �ltima hora los gringos decidieron sacarle la tabla a los golpistas, quienes quedaron abandonados a su propia suerte y resultaron posteriormente masacrados por los esbirros de Noriega. A juicio de muchas fuentes consultadas, hay ciertos cabos sueltos los cuales demorar�n tiempo en amarrarse...

 

 

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Aunque otros informes no oficiales precisan que en �ltima hora los gringos decidieron sacarle la tabla a los golpistas, quienes quedaron abandonados a su propia suerte y resultaron posteriormente masacrados por los esbirros de Noriega. A juicio de muchas fuentes consultadas, hay ciertos cabos sueltos los cuales demorar�n tiempo en amarrarse...

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