Irving Saladino llegaba a Panamá tras un rosario de victorias en el planeta entero. Venía de saltar y triunfar en 15 países diferentes. Un pueblo, sin contemplaciones, le aplaudía en la calle y muchos gritaban con fuerza: ¡Viva, Crítica en Línea Saladino!
Hoy vemos el progreso de un humilde panameño. Un colonense que no olvida como sonreír. Un panameño que ama lo que hace y que puso como meta ser el mejor de todos en su especialidad en el mundo entero. Hoy día es el ejemplo de un pueblo, de una provincia y de una nación entera que quiere triunfar y ser grande entre grandes.
Saladino llega con su humildad de siempre. Se desprende de sus zapatillas y da una clínica de baile "Congo" en Colón. Ahora la calle que conduce a su casa lleva su nombre, pero nada de eso cambiará la actual realidad. Irving es el ejemplo de muchos niños humildes, que con cientos de problemas en su entorno, tienen la ilusión de salir a flote. El mensaje fue más claro que nunca. El que quiere puede...