En Panamá Este, donde la furia de la naturaleza se hizo sentir el 17 de septiembre, la vida intenta seguir su curso.
A poco más de una semana, los sobrevivientes a la tragedia han iniciado la organización de sus rutinas, y entre los más jóvenes, tal vez por su naturaleza, una sonrisa se dibuja en sus rostros.
Falta mucho que recuperar, pero la esperanza los ilumina.