Forzados a chapotear en el agua y en el barro, los habitantes de Gonaives intentan volver a la vida normal, en esta ciudad del noroeste de Haití devastada hace una semana por la furia de la tormenta tropical Jeanne.
La electricidad sigue cortada y la mayoría de sus 250.000 habitantes se alimentan gracias a la ayuda de la comunidad internacional. Las redes de agua potable y de evacuación de aguas servidas, de por sí poco eficaces, están fuera de servicio a causa de las brutales inundaciones.
Las entrega de alimentos, sin embargo, se vio obstaculizada ayer domingo, por segundo día, en medio de temores por el aumento de la violencia, aunque se espera que un contingente de soldados uruguayos que trabajan con las Naciones Unidas, puedan encaminar las donaciones de comida, informó el director local del Programa Mundial de Alimentos, Guy Gauvreau.
Las tropas internacionales de la ONU han sido movilizadas para asegurar la distribución de alimentos y su rápida llegada a los haitianos que pasan hambre a causa del desastre. 150 toneladas de alimentos ya han sido entregadas en Gonaives, dijo el funcionario.
Al término de una reunión del comité local de coordinación de servicios de socorro en Gonaives, la ministra de Salud de Haití, Josette Bijoux, dijo el sábado a la AFP que "hace falta mucho tiempo para establecer un balance definitivo" de esta catástrofe.
El balance oficial divulgado el sábado por la oficina de Protección Civil elevó las estimaciones a 1.316 muertos en todo el país, mientras que 1.097 personas permanecen desaparecidas y 3.000 fueron reportadas lesionadas. En todos los casos, las cifras refieren en más del 90% a habitantes de Gonaives.
El "Comité de Gestión de Cadáveres", que forma parte del comité de coordinación, señaló que necesitará "unas 2.000 bolsas plásticas" para cadáveres.
El retiro de las aguas trae cada día nuevas víctimas a la superficie.