Hay adultos que cometen el error de involucrar a los menores en sus disputas personales. Cuando se producen diferencias familiares y de otro tipo, no es conveniente que se trate de sumar a niños a la misma.
Los niños son ajenos a las dificultades que puedan tener dos personas mayores. Su mente a veces no tiene el marco referencial para comprender determinados problemas y lo que se hace es confundirlos.
Tampoco es lo ideal reventar ante un niño las diferencias que puedas tener con tu pareja, compañeros de trabajo o algún familiar.
La inocencia de un chico, no le hace entender ese tipo de reacciones de los adultos y eso lleva a herir sus sentimientos.
Quizás en algún momento de tu vida sientes que las cosas no andan bien, que te ahoga la crisis y no vez una salida en el firmamento. Es en ese momento que tu olla de presión interior estalla con cualquiera y ante cualquier tontería.
Muchas veces son los niños los que más cerca están de ti y se convierten en las víctimas de tu falta de control.
Cuando sientas que las cosas no andan bien, compara tu situación con las de otros, que menos tienen.
Tienes salud, que es lo más importante. Tienes trabajo, puedes cumplir con tus necesidades básicas.
Hay personas que están enfermas tanto física como espiritualmente y otras no ganan lo suficiente para sobrevivir.
A veces pensamos que las fuerzas nos abandonan, pero la vida es una lucha permanente. No todo es color de rosas. Nada nos viene fácil. Nada dura para siempre. Esas son cosas que un adulto puede entender, pero que para los niños con su inocencia, son ciertamente incomprensibles.