EDITORIAL
Año escolar
El país está inmerso en una severa crisis social, la cual alcanzará su punto más crítico este martes 23 de septiembre cuando los sectores de los trabajadores organizados se aboquen a un paro que podría ser decretado indefinido.
Las consecuencias económicas de esta medida podrían ser incalculables y negativas para nuestro país que a paso lento y silencioso empezaba a dar muestras de una recuperación financiera.
El llamado a huelga ha sido atendido por las agrupaciones gremiales de maestros y profesores de todo el país, situación que mantiene enfrentados a los docentes y a las autoridades del Ministerio de Educación.
En esta medición de fuerza se encuentran cientos de miles de estudiantes que podrían perder el año escolar, pero lo cuestionable de todas estos enfrentamientos entre maestros y autoridades es que ninguna de las partes se ha detenido a analizar la gravedad de estas acciones que amenazan con sumergir en el subdesarrollo al recurso humano del país.
La paralización de clases lleva más de una semana y bien dijo un sabio: que el tiempo perdido nunca se recupera. Históricamente nuestro sistema educativo ha sido representado en las agrupaciones gremiales por dirigentes radicales y ministros que en lugar de ser entes conciliadores para una solución al problema, se convierten en detonantes para el recrudecimiento de la crisis educativa.
El llamado a la cordura debe imperar en toda esta situación, solamente por garantizar el bien de la comunidad estudiantil que observa ignorante que su futuro está siendo decidido por personas que sólo están interesadas en ver quien gana la pelea, sin importarles, quién puede perder más en esta contienda.
PUNTO CRITICO |
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