Hace varios años conocí a Blas Julio. En aquel tiempo, ambos vinculados al periodismo y la radiodifusión. Blas Julio continuó con su tarea de informar y comunicar, tratando de ser objetivo y honesto, evitó callar, alterar o inventar el contenido de las noticias y trató de orienta a la opinión pública a través de lo que él llamó "periodismo investigativo".
Sin embargo, a pesar de su gran capacidad como periodista, no tomó en cuenta que la "vida está llena de trampas" y quedó de repente acosado por el rencor y el odio de sus enemigos, perseguido políticamente y vinculado a un expediente que se ventila ante los jueces de manera lenta. Realmente, los jueces deben juzgar con equidad e inteligencia en el caso de Blas Julio y no comprometer su independencia de manera que se respete la dignidad humana y la libertad.
Independientemente, del manejo político y jurídico del caso que mantiene en la cárcel al periodista Blas Julio, hay que considerar su situación personal, física, síquica y su precario estado de salud certificado por los propios médicos que lo atienden y que requiere atención urgente. Se trata realmente de respetar sus derechos individuales, como el derecho a la vida, a la integridad síquica y a la protección legal. Es una cuestión humanitaria y para lo cual no debe existir ningún impedimento que le permita a Blas Julio verse favorecido con una medida cautelar de casa por cárcel, que pueda recibir la atención de su familia y de los médicos de manera adecuada y oportuna. Mañana será demasiado tarde. |