Hemos sido testigos de cómo un pequeño niño indígena hizo brotar las lágrimas de los espectadores en el Tour de Vive la música, y sé que a muchos televidentes nos brotaron las lágrimas ante tal magno espectáculo, de ver a esta pequeña criatura, casi olvidada del mundo civilizado, exponer tan magistralmente su oratoria a pesar de su corta infancia y su mísero entorno social.
Es sin duda una genialidad que no puede ser ignorada, ni tampoco puedo ignorar la loable labor de su maestro(a) de pre-kinder. Pienso que las lágrimas fueron de felicidad, excepto la mía, la cual fue de dolor, porque sé que el espíritu genial de este niño será asesinado por nuestro sistema educativo decadente, y para patentizar este hecho me referiré al gran psicólogo suizo Jean-Piaget cuando dice "Todo niño es un científico", y yo reafirmo esta realidad, pero hay un momento en que el anacrónico sistema educativo asesina ese espíritu científico y el niño termina odiando los estudios, y peor aún, convierten nuestras escuelas en cunas de diablos, en vez de ángeles de luz.
Este espíritu científico se manifiesta cuando el bebé empieza a explorarlo todo con la boca. Luego viene la etapa de tocar todo lo que esté a sus vista, y ese otro afán por los libros ilustrados, sus ilusiones de entrar a la primaria, pero porcentualmente muy pocos mantienen ese afán por el conocimiento científico conforme suben los grados gracias al descuido paterno y del MEDUCA, el desprecio de la mayoría de los medios de comunicación por exaltar a nuestras lumbreras, prácticamente no se hace nada por ellos.
Señores de TVN, no todo es música y deporte, también deben apoyar a nuestras genialidades, aunque esto no dé rating. Se hace muy necesario explotar a nuestras genialidades y para ellos es obligatorio crear un colegio o institución que asuma esta responsabilidad de guiar a nuestras lumbreras hacia el éxito desde el momento en que son descubiertos.