Evangelio Dominical
LA INCOMPRENSIBLE BONDAD DE DIOS
Con frecuencia el actuar de Dios nos desconcierta. Tendemos a imponerle a Dios nuestros criterios e ideas; en lugar de actuar de acuerdo a su voluntad, quisiéramos someterlo a nuestros proyectos y planes.
La Bondad y la Justicia de Dios:
Razonando según nuestros criterios egoístas, nunca llegaremos a comprender por qué el propietario de la viña, en la parábola que enseña hoy Jesús en el evangelio, da la misma recompensa tanto al que había trabajado una sola hora como quienes habían soportado la dura faena de toda la jornada. A nosotros también nos cuesta entender por qué Dios es bueno, según sus criterios y no de acuerdo a los nuestros. Jesús, en todo caso, nos muestra un Dios infinitamente bueno, porque la recompensa que da es la salvación eterna para todos, sin por eso ser injusto.
Nuestra concepción de justicia generalmente es la que se denomina distributiva, es decir, pensamos que la única justicia posible es aquella de dar a todos lo mismo. En cambio, la justicia de Dios sigue otros parámetros según los cuales hay que dar a cada uno lo que necesita, precisamente para reestablecer la equidad. Similar a lo que hace una madre con sus hijos, que, aún tratándolos con inmenso cariño y bondad a todos, le dedica más interés y atención a quien más la necesita, porque es más frágil o limitado. Dios puede ser absolutamente bueno, sin dejar de ser justo, aunque nosotros no podamos comprender cómo.
Revista Vida Pastoral - Sociedad de San Pablo #119 - Septiembre 2005
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