Un Mensaje al Corazón
Romulo Emiliani
Monseñor
El complejo de inferioridad es un sentimiento muy triste, doloroso y trágico. Muchas personas poseen buenas cualidades, grandes atributos morales, espirituales y emocionales, tienen conocimientos y experiencias muy positivas, y están capacitadas para triunfar tremendamente en un campo profesional determinado, pero padecen de un profundo y terrible complejo de inferioridad. Estas personas fracasan, no por falta de cualidades, sino por una imagen tan negativa, un concepto tan pobre de sí mismos, por un pensamiento tan triste de sus capacidades y de lo que son como personas. Sucumben catastróficamente en el fracaso por creerse inferiores. Por lo menos el 95% de las personas sienten en sus vidas algún sentimiento de inferioridad y para millones de individuos esto es una seria barrera para alcanzar la felicidad y el éxito. El sentimiento de inferioridad origina cuando nos juzgamos y comparamos con las normas de otras personas, no con las nuestras. Hay personas que alimentan cada vez más su complejo de inferioridad al compararse a individuos que sobresalen en otros campos y, a un nivel inconsciente, tratan de ser igual a ellos. Como cada ser humano es diferente y no puede ser igual o idéntico a otro, se frustra y aparece con más crudeza el complejo de inferioridad. Cada persona es tan digna, valiosa y estimable como cualquiera otra. Simplemente, cada uno es diferente porque nació en su propio ambiente, con influencias y tendencias distintas. Muchas personas se acomplejan, sufren de envidia y caen en una amargura terrible por tener la idea totalmente errónea de que tienen que ser como otros. Cada persona es como Dios la ha creado, única e irrepetible, diferente a cualquier otra, con sus propias cualidades, habilidades y virtudes. Es absurdo fijarse en otros para averiguar cómo tiene que ser. No existe un modelo de hombre o mujer que sea común ni uniforme. El Señor creó a cada ser humano como un individuo único en su género, del mismo modo que hizo individual y único cada copito de nieve, cada hoja de un árbol, cada plantita de la tierra y cada flor. Dios creó a gente baja y alta, grande y pequeña, delgada y gruesa, negros, amarillos, cobrizos y blancos. El jamás mostró preferencia por algún tipo, tamaño, semblante o color determinado y ama por igual a todas las personas aunque sean diferentes. Un complejo de inferioridad lleva al desastre. Cada vez que uno se compara con otra persona., real o ficticia, y no logra hacer las cosas igual, creerá que no vale, que es tonto y bruto. Es absurdo y ridículo compararse o medirse con otras personas. Usted es único y maravilloso, como ninguna otra persona en la tierra. Aunque no destaque tanto en algunos campos, no significa que es inferior a nadie. Jesucristo, el Señor, es Hijo de Dios en el sentido pleno, pero usted también es hijo de Dios en Cristo, hecho a Su imagen y semejanza y templo del Espíritu Santo. Usted es una persona maravillosa, fantástica, única, original e increíble, como ninguna otra que haya existido en la faz de la Tierra. Despierte, abra sus ojos y aprenda de una vez por todas ese sentimiento de inferioridad que es tan trágico y lamentable. Si usted se acerca al Señor y lo busca, el puede ayudarlo a cambiar. El puede hacer maravillas en su vida y ayudarle a eliminar su sentimiento o complejo de inferioridad. Con el usted vence cualquier cosa, porque con Dios, usted es... ¡Invencible!
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