El precio del galón de la gasolina superará desde hoy la barrera de los tres balboas. Sin duda es un duro golpe al bolsillo de los panameños. Los incrementos son producto de los efectos del huracán "Katrina" y el fin de la exoneración parcial al impuesto a los combustibles, que había aplicado el gobierno desde abril pasado.
El petróleo sigue su tendencia alcista. Los países subdesarrollados como Panamá deben enfrentar esa situación, que los obliga a destinar mayores divisas para la compra de combustible. En nuestro país se consumen anualmente más de 600 millones de galones de las diversas modalidades de combustible.
Frente al aumento, los panameños deben adoptar medidas de ahorro y utilizar menos sus vehículos, lo malo es que el sistema de transporte público, no es el mejor. Salvo los autobuses de las rutas que cubren ambos Corredores, el resto de la flota del transporte público, constituyen chatarras rodantes.
Al mismo tiempo, las rutas del interior del país reclaman un ajuste en las tarifas que se mantienen vigentes desde hace 26 años. La soga aprieta cada día más al usuario panameño, que debe hacer magia con los ingresos de hambre que recibe al final de cada mes.
Para colmo de males, el incremento del petróleo genera una cadena de aumentos en el costo de la vida, porque en la economía de hoy, casi todas las actividades productivas dependen del petróleo.
No sólo se trata de la gasolina y el diesel que se usa para movilizar la flota vehicular del país, sino que la generación de electricidad depende en gran porcentaje de las plantas térmicas. Ya es hora que se explote de mejor forma la capacidad de las hidroeléctricas, para producir electricidad barata.
En los momentos de crisis, los panameños deben recurrir a nuevas alternativas, para reducir los efectos negativos en la población, de lo contrario la economía de los hogares se irá a la quiebra.