Hay mil y una forma de malograr un embarazo, pero para llevarlo a feliz término la mujer está obligada a un control pre-natal.
A pesar de las exigencias médicas, muchas chicas no se ponen a pensar el daño que les provoca los animales. No les importa y tienen cuanta mascota se les ocurra.
Uno de esos problemas más comunes que podría detectarse está relacionado con la toxoplasmosis, que es una infección producida por un parásito que si se contrae fuera del embarazo no ocasiona ningún problema; sin embargo, si se padece durante la gestación las consecuencias para el bebé pueden ser muy graves.
La toxoplasma gondii es el causante de esta infección, un parásito que está presente en muchos animales, especialmente aves y mamíferos. Se trata de una enfermedad muy común que, en la mayoría de los casos, pasa desapercibida. Sus síntomas suelen ser leves y es fácil confundirla con un simple resfriado.
El riesgo y la gravedad dependerá del momento de la gestación en que se ha contraído esta enfermedad. Los estudios realizados apuntan que el periodo más grave es el primer trimestre. Si la infección se contrae durante el segundo trimestre el riesgo disminuye de un 30 a un 50 por ciento, y si se produce en el tercer trimestre, las posibilidades de que el feto se afecte son aún menores.
Los problemas que pueden surgir son bastante graves. Los más comunes son infecciones oculares, pérdidas de audición, hidrocefalia o retraso mental. Incluso, si el feto se afecta durante las primeras semanas, en muchos casos es la causa de un aborto espontáneo.
Si el resultado es positivo, significa que ya has pasado esta enfermedad y, por tanto, no hay riesgo para el embarazo. Además, se podrá determinar si la infección ha sido reciente o ha ocurrido hace tiempo.