Hay ocasiones en que vivimos días muy apresurados en los cuales pareciera ser que no hay tiempo para nada. Estamos ocupadísimos de tal suerte que desde que inicia el día apenas tenemos tiempo de asearnos y salir disparados hacia nuestras labores, que bien pueden ser: el trabajo, la escuela, etc.. Durante el día la situación se complica más y más por tanta actividad que requiere nuestro tiempo, llegando inclusive a ser necesario sacrificar nuestro tiempo para tomar los alimentos. Al llegar la noche, no acertamos a hacer ni pensar más nada que en nuestro firme deseo de caer rendidos en la confortable cama y dormir plácidamente, a fin que al día siguiente, nuevamente comenzamos la misma rutina o algo similar.
¿Leíste la Biblia?, ¿Oraste?., No, no lo hice pues no tuve tiempo.
Estimados lectores, es sorprendente el activismo innecesario en el que a menudo caemos los seres humanos, al grado de no tener tiempo siquiera para regalarme un minuto a Dios.
Nos afanamos tanto por hacer las cosas bien, nos preocupamos demasiado por nuestro trabajo, nuestras actividades escolares, nuestros hijos y muchas cosas más, en fin.... La Palabra de Dios enseña "De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan" (Sal 24: 1). Todo le pertenece a Dios, y es Él quien tiene absoluto dominio de las cosas, lo que quiere decir que solo el Señor puede darnos la tranquilidad y calma suficientes para no vivir aceleradamente pensando que solo así saldremos adelante, no olvidar que el mismo Jesús nos dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
Si usted lleva una vida muy veloz, desde hoy haga una pausa y regálele un minuto a su Creador. ¿Alguna vez ha conversado con Él? Si no lo ha hecho, hoy es un excelente momento para pedir perdón por eso y pedir en oración que Él gobierne su vida de ahora en adelante.