El primer ministro británico, Tony Blair, viajó a Líbano a expresar su apoyo a la resolución 1701 de la ONU y al gobierno del primer ministro libanés, Fuad Siniora.
Según un portavoz de Blair, el objetivo de la visita incluye brindar asistencia práctica para la recuperación del país y ajustar la percepción de que la política exterior británica es pro israelí.
Este último punto sin duda será el más difícil de lograr, en una región plagada de imágenes bélicas de Irak, los territorios palestinos y Líbano, y con visitas relámpago como la de Blair.
Durante su paso por los territorios palestinos, Blair decidió no reunirse con ningún líder del movimiento islámico HAMAS, ahora titular de la Autoridad Palestina.
Pero en Líbano, el rechazo viene en dirección opuesta. En medio de un gran dispositivo de seguridad, se organizó una manifestación multitudinaria en contra de la presencia de Tony Blair.
"Esta es una respuesta a la visita del criminal y asesino Blair, que representa un ataque a la dignidad de todos los libaneses, ya que participó en la agresión, junto con Bush y Olmert", declaró en conversación con la BBC Sobhi Yaghi, uno de los organizadores de la marcha.
Parte del mensaje de la marcha era también reclamarle al gobierno el que haya aceptado esta visita tan polémica. Hay muchas señales de que el paso de Blair por la región no es visto con buenos ojos por los árabes, sea cual sea su ideología. Pero resulta evidente que los más escandalizados iban a ser los musulmanes chiitas, los más afectados por el conflicto.
La máxima autoridad chiita, el ayatolá Mohammed Hussein Fadlallah, pidió al gobierno declarar a Blair "persona non grata".