EDITORIAL
Trastornos financieros mundiales
Las informaciones cotidianas
sobre el comportamiento de las actividades financieras y económicas
mundiales muestran deterioros, caídas y debilitamientos en casi la
totalidad de las bolsas de valores del mundo; y asímismo, las dificultades
de la rediviva Rusia, en cuyo favor han acudido organismos financieros internacionales
con aportes monetarios sensitivos, sin que se logre superar la espiral de
los deterioros que apuntan a resucitar mecanismos del fenecido comunismo.
Las devaluaciones monetarias de Colombia y Venezuela, así como
el incremento desorbitado de los intereses activos en las actividades bancarias
venezolanas, son indicativos de las consecuencias que las crisis asiáticas
y europeas causan en países latinoamericanos.
Las inversiones chilenas en Japón y otros países asiáticos
sufren deterioros graves y colocan en precario intereses que afectan a los
jubilados y pensionados del sureño país, y son causa de preocupación
y temor.
En corrillos financieros se rumorea la pérdida de varios millones
de dólares aportados por inversionistas locales en empresas rusas;
mientras empresas de poderío como Microsoft, pierden varios miles
de millones y ordenan cerrar algunas de sus instalaciones productivas, con
las secuelas de desempleo y angustia que ello conlleva.
Algunos valores emitidos por países reciben hoy rechazos en el
mercado bursátil; algunos son tachados con dureza, con lo cual las
economías de esos estados sufrirá trastornos y retardos graves.
En Panamá, a pesar de tener acceso a las realidades mundiales
que muestran trastornos severos, permanecemos impasibles; confiados; con
indiferencia hacia esos acontecimientos, que nos parece ocurren en otra
galaxia, olvidando que nuestro vivir económico y financiero está
fuertemente unido a los vaivenes que sufran la economía norteamericana
y las asiáticas, principales usuarios de la vía intermares
panameña, y asímismo los movimientos mercantiles de la Zona
de Libre Comercio que se insertan en aquellos quehaceres lejanos.
Los estudiosos de la economía y los conocedores de la historia
recuerdan la crisis que llevó a la quiebra a miles de empresas y
generó una caída mundial de la economía en 1929, cuyos
rigores repartieron hambre y carencias por doquier, obligando a la olla
común callejera, para sobrevivir la hambruna; realidad de la cual
no escapó Panamá, donde los funcionarios públicos fueron
remunerados con vales de difícil colocación.
Los panameños debemos alertarnos sobre los avatares que afectan
el mundo bursátil; esclarecer cuáles son los comportamintos
personales y de empresarios que debemos apuntalar con miras a evitar un
colapso, una caída, que lleve nuestro vivir a estadios de depauperación
y miseria.
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