FAMILIA
La guerra contra las drogas
James A. Inciardi
Durante décadas, sin
embargo, la tarea de producir cambios en la industria de medicamentos pareció
tener pocos resultados. En fecha tan temprana como la década de 1870,
mientras algunos médicos estaban llenándose de dinero a raíz
de la credulidad de la población de pacientes, otros expresaban sus
reservas por escrito. Los escritos médicos, sin embargo, pasaban
desapercibidos en su mayoría, pues pocos norteamericanos, aparte
de los médicos o los farmacéuticos, leían los periódicos
médicos. Los diarios, por otro lado, eran un paraíso para
la industria de medicinas patentadas, y la mayoría de los productores
de las dudodas drogas se aseguraban de que siguieran siéndolo. Inventaron
una "cláusula roja" que aparecía en los contratos
de propaganda. "Se acuerda mutuamente", decía la letra
roja, "que este Contrato es nulo ni cualquier ley se aprueba por parte
del estado que restrinja o prohíba la fabricación on venta
de medicinas patentadas." Así, el lector del diario sólo
veía columna tras otra de propagandas de remedios patentados sin
casi ningún cuestionamiento de la eficacia médica de las drogas.
Con el nuevo siglo llegó un clima más progresista de opinión
y una voluntad mayor de pedir reformas. La Asociación Médica
Norteamericana purgó su periódico de propaganda cuestionable;
el Consejo de la AMA de Farmacia y Química investigó a la
industria de remedios y todos unieron sus hallazgos y se los comunicaron
a periodistas legos. Entonces los periodistas expertos en sacar escndalos
a luz se hicoeron cargo. El Emporia (Kansas) Gazette de William Allen White
ignoró la infamante cláusula roja ylanzó una serie
de artículos que señalaban los peligros de la automedicación
con medicamentos petentados. Al mismo tiempo, el Ladies Home journal extendió
el ataque a los remedios que tenían un elevado contenido de alcohol.
Sin embargo, el esfuerzo más provocativo fue "El gran fraude
norteamericano", una larga serie de artículos escritos por Samuel
Hopkins Adams que empezaron en 1905 en las páginas de la revista
Colliers. En su ensayo inicial Adams escribió:
El crédulo Estados Unidos gastará este año 75 millones
en la comopra de medicamento patentados. En consideración a esta
suma se trgarán enormes cantidades de alcohol, una asombrosa cantidad
de opiatos y narcóticos, una amplia variedad de drogas diversas que
van de poderosos y peligrosos depresores cardíacos a insidiosos estimulantes
del hígado y, superando ampliamente a otros ingredientes, el fraude
no diluido. Pues elfraude, explotado por los más hábiles hombres
de la estafa publicitada, es la base del comercio.
Adams expuso la institución de la cláusula roja y apasionadamente
describió los polvos y jarabes sedantes que contenían heroína,
opio, morfina y cocaína como parte de un vergonzoso comercio "que
estupidiza a bebés indefensos y convierte en criminales a nuestros
jóvenes y en prostitutas a nuetras muchachas".
Los comentarios de Adams en Colliers no pasaron desapercibidos, pero
la acusación final que llevó a la caída de la industria
de remedios patentados no tuvo ninguna relación con los problemas
descriptos en "El gran fraude norteamericano". Con 500 dólares
que le suministro un periódico socialista, un novelista joven vivió
siete semanas en el distrito de envasado de carnes de corral de Chicago,
recogiendo datos entre el conjunto de nuevas nacionalidades de inmigrantes
que estaban luchando allí para ajustarse al Nuevo Mundo.
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