Domingo 6 de sept. de 1998

 








 

 


FAMILIA
La guerra contra las drogas

James A. Inciardi

Durante décadas, sin embargo, la tarea de producir cambios en la industria de medicamentos pareció tener pocos resultados. En fecha tan temprana como la década de 1870, mientras algunos médicos estaban llenándose de dinero a raíz de la credulidad de la población de pacientes, otros expresaban sus reservas por escrito. Los escritos médicos, sin embargo, pasaban desapercibidos en su mayoría, pues pocos norteamericanos, aparte de los médicos o los farmacéuticos, leían los periódicos médicos. Los diarios, por otro lado, eran un paraíso para la industria de medicinas patentadas, y la mayoría de los productores de las dudodas drogas se aseguraban de que siguieran siéndolo. Inventaron una "cláusula roja" que aparecía en los contratos de propaganda. "Se acuerda mutuamente", decía la letra roja, "que este Contrato es nulo ni cualquier ley se aprueba por parte del estado que restrinja o prohíba la fabricación on venta de medicinas patentadas." Así, el lector del diario sólo veía columna tras otra de propagandas de remedios patentados sin casi ningún cuestionamiento de la eficacia médica de las drogas.

Con el nuevo siglo llegó un clima más progresista de opinión y una voluntad mayor de pedir reformas. La Asociación Médica Norteamericana purgó su periódico de propaganda cuestionable; el Consejo de la AMA de Farmacia y Química investigó a la industria de remedios y todos unieron sus hallazgos y se los comunicaron a periodistas legos. Entonces los periodistas expertos en sacar escndalos a luz se hicoeron cargo. El Emporia (Kansas) Gazette de William Allen White ignoró la infamante cláusula roja ylanzó una serie de artículos que señalaban los peligros de la automedicación con medicamentos petentados. Al mismo tiempo, el Ladies Home journal extendió el ataque a los remedios que tenían un elevado contenido de alcohol. Sin embargo, el esfuerzo más provocativo fue "El gran fraude norteamericano", una larga serie de artículos escritos por Samuel Hopkins Adams que empezaron en 1905 en las páginas de la revista Colliers. En su ensayo inicial Adams escribió:

El crédulo Estados Unidos gastará este año 75 millones en la comopra de medicamento patentados. En consideración a esta suma se trgarán enormes cantidades de alcohol, una asombrosa cantidad de opiatos y narcóticos, una amplia variedad de drogas diversas que van de poderosos y peligrosos depresores cardíacos a insidiosos estimulantes del hígado y, superando ampliamente a otros ingredientes, el fraude no diluido. Pues elfraude, explotado por los más hábiles hombres de la estafa publicitada, es la base del comercio.

Adams expuso la institución de la cláusula roja y apasionadamente describió los polvos y jarabes sedantes que contenían heroína, opio, morfina y cocaína como parte de un vergonzoso comercio "que estupidiza a bebés indefensos y convierte en criminales a nuestros jóvenes y en prostitutas a nuetras muchachas".

Los comentarios de Adams en Colliers no pasaron desapercibidos, pero la acusación final que llevó a la caída de la industria de remedios patentados no tuvo ninguna relación con los problemas descriptos en "El gran fraude norteamericano". Con 500 dólares que le suministro un periódico socialista, un novelista joven vivió siete semanas en el distrito de envasado de carnes de corral de Chicago, recogiendo datos entre el conjunto de nuevas nacionalidades de inmigrantes que estaban luchando allí para ajustarse al Nuevo Mundo.

 

 

 

 

 


 

Papa pide estar más atentos a problemas de la sociedad

 

PORTADA | NACIONALES | RELATOS | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICION DE HOY | EDICIONES ANTERIORES


 

 Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.