El Canal Interoceánico ha sido un factor para unir a los panameños. En el siglo pasado se desarrolló toda una lucha generacional para recuperar la soberanía en esa franja que dividió nuestro territorio para facilitar el comercio mundial.
Hubo gestas importantes a través de la historia del país, incluso una que llevó a la juventud a ofrendar su vida como fue la del 9 de enero de 1964, cuando más de una veintena de compatriotas cayeron frente a la metralla norteamericana por reclamar que nuestra bandera ondeara en la Zona del Canal.
Luego, la ceremonia del 31 de diciembre de 1999, donde un país sin distingo de credo religioso y político se congregó para la ceremonia en que Estados Unidos nos entregaba la administración total de la vía acuática y salía de nuestro territorio el último soldado del Comando Sur.
Ayer, el acto de inicio de la ampliación del Canal fue otro momento inolvidables de la patria. Esa es la mayor obra llevaba a cabo en toda la historia panameña. Se trata de una inversión de 5, 250 millones de dólares para construir un tercer juego de esclusas, para permitir el paso de los grandes barcos que hoy no pueden transitar por esa zanja abierta en el istmo para permitir el paso de una embarcación de un océano a otro.
Hay que reconocer que el mandatario Martín Torrijos no fue mezquino al reconocer los aportes de las diversas generaciones en la recuperación de la soberanía que al final se logró con la firma de los Tratados Torrijos-Carter.
La emoción que generó el acto de ayer demuestra que Panamá es un pueblo que no le tiene miedo a los retos y que sabe unirse frente a los grandes compromisos. Ojalá que la ampliación genere el desarrollo necesario y riqueza para aliviar los grandes bolsones de pobreza que hay en el área metropolitana y el interior del país.