Recuerdo haber visto hace algunos años "Domingo sangriento" en televisión por cable y quedé muy asombrado por el estilo semidocumental que manejaba el director para mostrarnos una historia triste y desoladora en territorio irlandés. Mi percepción sobre esa película era la mejor, pues en pocas ocasiones un filme político tenía la capacidad para construir este tipo de reflexiones sobre la tragedia de sus protagonistas sobre un guión que intenta serle fiel a los hechos con la mayor objetividad posible, sin que la cámara tomara bandos en el relato.
¡Qué buen director!, dije sobre Paul Greengrass. Luego vi su siguiente proyecto, la secuela de la serie sobre el asesino Jason Bourne, "La Supremacía de Bourne", me impresionó el manejo de la acción y la forma cómo desfilaba la violencia ante nuestros ojos. Sin duda, la mejor película de esa serie.
Por ello, me resultó particularmente agradable enterarme que la versión de cine del fatídico Vuelo 93 iba a ser dirigida por el cerebro detrás de los títulos que mencioné, y no me equivoqué en la apreciación.
Vuelo 93 es un filme humano, enloquecedor, reflexivo y respetuoso sobre la tragedia que sacudió al mundo hace cinco años, en el cual Greengrass sigue a todos los protagonistas a través de planos cortos, cámaras testigo y fotografía al natural, controlando cada encuadre para garantizar el mayor realismo posible en 90 minutos para la memoria.
SE LO HA GANADO
Ciertamente, la película es lenta, pero a medida en que se desarrolla la trama, va cogiendo una fuerza arrolladora que no se detiene ante nada. Calificación: 4, 8.