Hay personas que se dejan llevar ciegamente por los marcas o por el "made in extranjero". Muchas veces al estar frente a un producto nacional y uno proveniente de otro país y con marca rimbombante, se opta -sin mayor estudio- por el fabricado fuera de nuestras fronteras.
Si la elección se hace tras un análisis de calidad y costos, no hay problema; el consumidor actuó de manera inteligente. Lo malo es que en algunas ocasiones, se prefiere lo extranjero, sólo por ese hecho.
Durante la década del ochenta Panamá contó con una excelente industria de la confección. Camisas, trajes y pantalones de reconocidas marcas, eran preparadas por modistas y sastres nacionales. Eso refleja la calidad de la industria local.
Con el tiempo las fábricas cerraron y el país fue inundado por ropa proveniente de otras naciones y ahora la gente se deja influir por los nombres o las marcas. Hay que ser bien pendejo para estar frente a un producto nacional y otro extranjero de similar calidad, pero al final adquirir el foráneo por un precio mayor que el local.
Para colmo de males, el panameño tiene la mala costumbre de regatearle a su compatriota el valor de su producto, pero ante el "made in extranjero" suelta el billete como un corderito.
Claro está que vivimos en un mundo globalizado, donde están desapareciendo las barreras arancelarias, pero debemos reconocer que Panamá produce bienes y servicios de calidad y ante una disyuntiva al momento de comprar, siempre debemos preferir el producto nacional, que tenga similar característica al importado.
Al momento de comprar, no hay que dejarle llevar por las marcas, sino por la calidad y el precio. Si hay dos productos de igual calidad, lo lógico es preferir el de menor precio y si es hecho en tu país, mejor todavía.
