EDITORIAL
Los campesinos y el último año del gobierno
Ayer el mandatario Ernesto
Pérez Balladares y su ministro de Planificación y Política
Económica, Guillermo Chapman, demostraron que no entienden el presente
y el futuro panameño de la misma manera.
El ciudadano presidente, en el acto de instalación del último
periodo de la Asamblea Legislativa, prometió que en el año
que le queda de gobierno trabajará para que el país entre
al próximo milenio con una economía "moderna y próspera".
Reconoció que los resultados del referéndum del 30 de agosto
no son más que el costo político que tuvo que pagar por las
decisiones que tomó para modernizar el Estado, las cuales fueron
"incomprendidas y repudiadas", aunque él las sigue considerando
saludables. Añadió que el tiempo ha de darle la razón.
Sin embargo, lo que es más importante, Ernesto Pérez Balladares
acepta con agrado lo que ocurrió el pasado domingo porque se reforzó
la democracia, y este es el elemento clave para que perdure la buena salud
de la economía.
Inexplicablemente Chapman, en el otro extremo del discurso presidencial,
niega rotundamente que el mal fin de las reformas constitucionales esté
unido por hilillos indemnizantes a la aplicación de reformas económicas
antipopulares y, lo que es sumamente peligroso, advierte que el haber votado
NO a las propuestas provocará que queden inconclusos los proyectos
de carácter social, es decir, aquellos que tienen que ver con la
educación, la salud pública y la vivienda. La que cayó
muy mal fue la apocalíptica sentencia de que no se podrá dar
el impulso que el sector agropecuario necesita para no desaparecer.
¿Por qué estos dos funcionarios ven la realidad de forma
tan distinta? Uno de los dos miente, o será que el primero habla
de la vida como político y el otro como tecnócrata?
Los panameños tenemos dos caminos: uno, confiar en el optimismo
del mandatario Pérez Balladares, y creer que durante el último
año de su gobierno pondrá todo su esfuerzo en el mejoramiento
de los sectores de la economía, incluido el agropecuario, que tanto
lo necesita. Otra alternativa es aceptar, resignados, la desastrosa visión
de Chapman, principalmente en cuanto al futuro de los campesinos se refiere,
a quienes se tendrá que ver morir de hambre allá en sus huertos,
o acá en la capital, a donde llegan desesperados buscando mejores
días para sus hijos, y solo encuentran hacinamiento y marginación.
Ojalá el Divino Hacedor permita que buenas manos asuman la toma
de decisiones en este último año, y se alejen del sendero
las aves de mal agüero.


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AYER GRAFICO |
Oscar De León y su grupo dominaron el mercado panameño a mitad
de los años 70. |


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