MENSAJE
La última actuación de Capucine
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
La mujer tomó una flor
en sus manos. Era una flor francesa llamada Capuce, de cinco pétalos
y color amarillo, con un olor penetrante. Sosteniendo la flor en sus manos,
y con el agudo perfume en su nariz, la mujer se subió a la ventana
de su apartamento en un octavo piso, y desde allí se arrojó
al vacío. Vivía en Lausana, Suiza.
La suicida, una famosa actriz de cine, también se llamaba Capucine,
que era el mismo nombre de la flor de su patria. A los 57 años de
edad había caído en una profunda depresión. Como no
pudo soportar el agrio perfume del desencanto, aspiró el perfume
de su flor favorita y realizó la última actuación de
su vida, la de su suicidio.
La depresión es la enfermedad de los finales del siglo XX. De
ella padece la gente sin esperanza. Ninguna clase social está libre
de ella, ningún país o sociedad puede decir que no la conoce,
pues ataca a todos por igual.
El caso de Capucine no es único. Hay muchos que han triunfado
en la vida como ella: personas inteligentes y bellas, que escalan altas
posiciones en cualquier carrera o profesión. Pero de pronto se sienten
invadidas por el hastío, el desencanto y el aburrimiento que se posesionan
de ellas, al no hallarle ningún sentido a la vida, se deprimen como
un globo que se desinfla.
De Capucine se dijo que las cámaras estaban enamoradas de su bello
rostro. Hollywood le abrió sus puertas. Protagonizó en más
de treinta películas. Había llenado su vida con el perfume
de la flor de su tierra y el embriagante aroma del éxito, pero tenía
triste el corazón, confundida la mente y vacía el alma.
Una vez más hay que decirlo. Sólo Cristo le da sentido
verdadero a la vida. Sólo El, cuando vive en nosotros, nos libra
del sombrío y aplastante efecto de la depresión. La riqueza,
el éxito, el aplauso, la fama, pueden esconderla por un tiempo, pero
a la larga, si no hay fe, la depresión nos hundirá. Bien decía
San Agustín, el gran hombre de Dios del siglo cuarto: "Nuestra
alma nunca descansará tranquila hasta que descanse en Dios".
La única manera de librarnos del mal de la depresión es
someternos totalmente a la persona de Cristo, Autor y Sustentador de la
vida. Si acudimos a El, podemos ser libres de esa esclavitud universal.


|

|
CULTURA |
Descubridor del "Titanic" pide ley de protección para antiguedades
marinas. |
 |