EDITORIAL
Asamblea y Ejecutivo
La Asamblea Legislativa de Panamá acapara hoy la atención por la elección de su nueva junta directiva. Existe una gran expectativa por el resultado de esos comicios y aunque las fuerzas políticas del gobierno y la oposición están equilibradas, la alianza oficialista con su candidato perredista, parecen tener una leve ventaja.
De no producirse un cambio de último momento, la alianza del pacto META integrada por legisladores de los partidos Revolucionario Democrático y Popular, perderán el control de la Asamblea.
La pérdida de la Asamblea sería un duro golpe para el PRD, ya que aunque Carlos Alvarado, es miembro de ese colectivo, desde enero se convirtió en un disidente al votar contra la línea del colectivo en la ratificación de dos magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Además del golpe que propina el oficialismo al dividir la bancada perredista, el colectivo opositor también sufre una fisura desde adentro, porque las fuerzas internas adversas a Martín Torrijos, tendrán mucha injerencia en el nuevo escenario legislativo.
En las elecciones de hoy se tendrán que pulsar lealtades y traiciones que han sido la tónica dominante de los últimos años en una Asamblea, la cual tiene una imagen maltrecha y desprestigiada.
Al menos como saldo positivo, el saliente presidente de la Cámara ha dejado un inventario auditado de los bienes de ese órgano del Estado, para evitar la desaparición de equipos y vehículos, tal como ha sucedido en años anteriores.
Los panameños esperan que independientemente de quién sea el nuevo presidente de la Asamblea, se adopten por fin medidas para eliminar las prebendas y beneficios de las que gozan los legisladores y que éstos se preocupen por aprobar leyes que contribuyan a resolver los angustiosos problemas del pueblo.
Hoy también completa su tercer año en el poder la mandataria Mireya Moscoso. A partir de hoy se inicia la cuenta regresiva para una administración que no ha llenado las expectativas que prometió.
Se percibe una corrupción rampante y el gobierno no adopta ninguna acción, para tratar de cambiar esa opinión.
En la práctica, a la presidenta Moscoso le queda un año de gobierno, ya que cuando entremos al 1 de septiembre del 2003, el país estará inmerso en plena campaña electoral y será poco lo que podrá hacer el presidente en ejercicio.
El Ejecutivo debe entender que debe dinamizar su acción, tal como ocurrió en los primeros 100 días de gestión. Debe corregir el rumbo, meter preso a los corruptos, darle seguridad a los ciudadanos, atraer inversiones que generen empleo y dar las mayores muestras de transparencia.
De no darse un cambio significativo, la actual administración pasará sin pena ni gloria.
PUNTO CRITICO |
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