¿Qué quiere enseñarnos hoy a cada uno de nosotros el divino Maestro? Clara y simplemente, Jesús expresó las condiciones para ser admitidos en el Reina de los cielos, indicando diversos aspectos sacados de la vida cotidiana. Jesús propuso una concepción nueva de la vida. En las primeras frases introductorias del sermón de la Montaña, Jesús enunció el motivo fundamental del tiempo nuevo que había venido a proclamar.
El nuevo espíritu es el de la mansedumbre, la generosidad, la sencillez y, sobre todo, la sinceridad. Evitar el engreimiento, la crítica, la búsqueda del bien puramente egoísta. Los discípulos del Reino nuevo han de buscar la felicidad incluso en la pobreza, en las privaciones, en el dolor y en la opresión.
Buscar el Reino presupone un cambio radical de mentalidad, de conducta, de forma de relacionarse con los demás. Así como la Ley fue revelada a Moisés en el monte Sinaí, de igual modo en el Sermón de la Montaña Jesús, el nuevo Legislador, ofrece a toda la humanidad un nuevo modelo de vida, una declaración fundamental de la vida cristiana.
La paternidad amorosa de Dios penetra todas y cada una de las palabras de Jesús. A lo largo del Sermón, éste exhorta a sus oyentes a responder al Padre, a darle una respuesta de amor filial. Todo aquel que está imbuido de este espíritu nuevo es hijo de Dios.
Es el "Espíritu que os hace hijos" y que permite gritar: "¡Abba! ¡Padre!" (Rm 8, 14-15). El fundamento del tiempo nuevo será el amor. Así lo dirá también Jesús en otra ocasión "Uno que me ama hará caso de mi mensaje, mi padre lo amará y los dos nos vendremos con El y viviremos con El" (Jn 14, 23). |