A un costado de la carretera principal a Cerro Azul existe un sendero boscoso donde se observa una cruz. Ese símbolo representa el sitio exacto donde el 18 de marzo de 2007, la niña de ocho años Elizabeth Mendoza, fue asesinada tras ser ultrajada sexualmente.
A ese sitio fueron trasladados ayer los sindicados Rolando Morales y Elías Mendoza, padre de la niña. El jurado de conciencia que debe decidir la suerte de ambos también estaba en el área donde se haría la reconstrucción del crimen.
Rolando Morales, esposado y bajo custodia de una unidad policial, se adentró en el paraje; Elías Mendoza, con el rostro parco y vistiendo una franela roja y pantalón azul, se adentró también en el bosque.
Pablo Quintero Reyes, defensor de Morales, aseguró que si bien su cliente aceptó que violó a la niña, no fue el autor del horrendo asesinato. Según el jurista, el homicida fue Elías, de quien dijo que se dedicaba a "alquilar" a la niña, porque pensaba que esa no era su hija.
Sin embargo, Iris Almendral, defensora de Elías, pregona su inocencia y alega que a la contraparte no le queda otra opción que acusar a su cliente.
Mientras la inspección ocular llegaba a su fin y el juicio en el Segundo Tribunal de Justicia continuaba, allá en el escondido sendero de Cerro Azul una solitaria cruz continuaba recordándole a los que por allí se atreven a pasar, que existió una vez una niña llamada Elizabeth Mendoza Segundo, cuyos sueños fueron truncados por un hecho criminal cuya responsabilidad aún está por determinarse.