viernes 25 de agosto de 2006

 

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¡Piña para la Niña!

Juan Limachi | Crítica en Línea

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El joven tiene la mirada puesta en mejores dí­as. (Foto: Hermes González/ EPASA)

Con la riqueza propia de los pregones panameños que no tienen lí­mites para la sabidurí­a popular, un vendedor de chichas promociona su mercancí­a con el slogan: "Piña para la Niña", en el cruce de la comunidad 24 de Diciembre.

La voz de Ví­ctor Saavedra se impone sobre el ruido de los vehí­culos de la concurrida carretera en reconstrucción.

El pequeño comerciante se ha ganado en buena ley el aprecio de sus clientes que no cesan de pedir los refrescantes vasos de 10 onzas, a 25 centavos, para aplacar la sed que abrasa el cuerpo en medio del trají­n de la casa al trabajo.

MADRUGADOR
"¡Piña para la Niña!". Suena el pregón desde hace cuatro años en la céntrica zona que siempre se encuentra llena de trabajadores y amas de casa que entran y salen de sus hogares y de algunos comercios a orillas de la carretera.

"Tengo que madrugar para conseguir la fruta que me sirve para elaborar la mercancí­a. Usualmente dejo la cama a las 3: 00 de la mañana, para ir al Mercado de Abastos".

Con los envases llenos y con una jarra de chicha que agarra con fuerza, Saavedra habla sin dejar de atender a sus clientes.

"Yo supe que debí­a dedicarme a este negocio cuando una vez vi a un amigo que se ganaba la vida de este modo, desde entonces no he parado en la elaboración de la chicha". Aunque dice no ganar mucho, siempre saca algo que sirve para mantener a su familia.

DE UN LADO A OTRO
"Empezamos en la parada y ahora que este lugar está en construcción, tengo que moverme de un lado a otro para terminar temprano", afirmó.

Según el trabajador, gracias a este trabajo ya no depende de nadie ni tiene que rendir cuentas a ningún jefe, aunque tiene que trabajar muy duro, especialmente cuando viene el invierno.

El esfuerzo y la dedicación tienen su recompensa, dice un refrán popular y en el caso de este joven, se cumple este mensaje: pronto cambiará de caminar largas distancias para acomodarse con un vehí­culo motorizado.

"Desde que empecé siempre tuve como meta conseguir el progreso para el bienestar de mi familia, ahora creo que lo lograré con la adquisición de una moto".

 

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