EDITORIAL
Apagón en EEUU
Hay días en que la gente se para con el pie izquierdo y no con el derecho. Quizás, eso le ocurrió el jueves a los norteamericanos, cuando un suceso imprevisto sorprendió al mayor poder global, tal como lo hizo hace casi dos años un grupo terrorista islámico.
La ciudad del mundo, Nueva York, al igual que gran parte de la Costa Este de Estados Unidos y Canadá, quedaron a oscuras debido a la suspención del servicio eléctrico.
Más de 50 millones de personas sufrieron las consecuencias del apagón, el cual dejó a miles de personas atrapadas en el metro subterráneo, en los elevadores y varó a otros muchos más en los aeropuertos.
Empero, ha quedado en evidencia que hasta una superpotencia tecnológica como Estados Unidos, así como su par norteño, Canadá, son vulnerables a grandes fallos en sus sistemas de energía, algo imposible de tolerar en una prodigiosa economía como la existente en Norteamérica.
También, fue notable observar que Estados Unidos tiene un serio problema con sus plantas de suministro eléctrico, pues muchas represas, centrales nucleares y refinerías petroleras no se dan abasto para garantizar un constante servicio de electricidad a las grandes urbes con millones de habitantes, como Boston, Nueva York, Cleveland y Detroit.
El calor insoportable y el gasto excesivo de los recursos naturales, para completar las necesidades de las monstruosas ciudades e industrias, igualmente han colaborado a provocar este desastre, el peor desde el 11 de septiembre de 2001.
Para colmo, la Unión Americana todavía debe consumir grandes cantidades de carbón para suplir el mercado energético, algo que incluso ya no lo hacen países del otrora Tercer Mundo.
La lección aprendida en Estados Unidos y en Canadá obliga a recapacitar en la inconsciencia de gastar la energía que tanto producimos. Es urgente que todos, incluso hasta los países más pequeños como Panamá, acojamos la política de ahorrar energía para preservar la estabilidad del desarrollo socio - económico.
PUNTO CRITICO |
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