Bien valdría la pena un brindis por la cerveza, ya que se ha descubierto recientemente que contiene sustancias que ayudan a prevenir enfermedades como cáncer o el mal de Alzheimer, gracias a su poder antioxidante.
Es sabido que el consumo moderado de alcohol contribuye a la producción de sustancias llamadas lipoproteínas de alta densidad, las cuales son importantes para prevenir la formación de depósitos de colesterol en las arterias. De esta forma, el riesgo de desarrollar arteriosclerosis (enfermedad en la que se produce engrosamiento y pérdida de elasticidad de la pared arterial) disminuye y se evita la aparición de padecimientos asociados, como hipertensión o presión arterial elevada, infartos y derrame cerebral.
También se sabe que las bebidas alcohólicas poseen otras sustancias, los antioxidantes, que previenen el envejecimiento y trastornos cardiacos ocasionados por los efectos nocivos de algunos átomos de nitrógeno y oxígeno, principales constituyentes de la atmósfera que ingresan en nuestro organismo a través de la respiración.
Hay que aclarar que si bien nuestras células necesitan oxígeno para transformar los alimentos en energía y materia orgánica, la presencia de este gas (oxígeno) también tiene efectos perjudiciales e influye, junto con el nitrógeno, en la aparición de enfermedades propias del corazón, cáncer o mal de Alzheimer. Para contrarrestar esta problemática, nuestro cuerpo emplea en forma natural antioxidantes presentes en los alimentos.
Los beneficios de la "fría" no proviene de la cebada, sino del lúpulo, planta trepadora cuyos frutos secos se añaden a la cerveza para darle su aroma y sabor característicos.
Sin embargo, y aunque el antioxidante referido es muy potente, su presencia en esta bebida difícilmente podrá tomarse como pretexto para realizar excursiones a bares de la localidad.