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Aumentar el precio de la libra de pollo en estos momentos es una puñalada al estómago de los panameños más pobres, debido a que la carne de res y de cerdo se convirtieron hace tiempo en artículos de consumo inalcanzables en la dieta de las familias carentes de recursos.
Esta vez los productores de este rubro culparon de sus pérdidas al clima y a los fabricantes de insumos, aprovechando el argumento para escurrirse el bulto y echarle el peso del aumento a los consumidores, de modo que, como siempre, la cadena se rompe por el eslabón más débil.
Aparte de eso, me comentaba una ama de casa, cuando usted va al mercado y compra un pollo, la mitad es carne y la otra pellejo y grasa que no se aprovechan.
Contrario a la ocasión en que los municipios intentaron gravar con un impuesto a las fincas productoras avícolas, esta vez no se hizo bulla y el aumento llegó de madrugada, tomándonos por sorpresa, sin derecho a réplica.
Si la culpa es del calor que deshidrata a los pollos y los baja de peso, me comentaba un cocinero, habrá que esperar a que caigan aguaceros torrenciales y nevadas para ver si los precios vuelven a su normalidad. |
