EDITORIAL
Adi�s al gran pastor
El pueblo paname�o rindi� ayer su �ltimo adi�s al arzobispo em�rito Marcos Gregorio McGrath. La asistencia masiva a la Catedral Metropolitana a las exequias de este hijo de Dios, fue una demostraci�n de agradecimiento, para un hombre que aport� los mejores a�os de su vida por Panam� y sus habitantes. Desde el paname�o m�s humilde hasta el m�s rico se acerc� al templo religioso para observar por �ltima vez el rostro del alto prelado, que por m�s de 50 a�os sirvi� como gu�a espiritual de los cat�licos del pa�s. Fueron momentos tristes, pero a la vez de alegr�a, porque McGrath nos dej�, pero ahora estar� en el seno del Se�or, por el que dedic� su vida. Aquel hombre fuerte que todos conocimos, ya en los �ltimos a�os se hab�a deteriorado a causa del Mal de Parkinson, pero a�n as� era un hombre de fortaleza que representaba un ejemplo para todos. Aun tenemos grabados el momento cuando se le rend�a un homenaje en la Iglesia San Juan Bautista de La Salle y desde su silla de ruedas intent� durante 15 minutos hablar a los presentes, pero no pudo. Eso nos conmovi� notablemente. A pesar de ser hijo de norteamericanos, McGrath siempre fue un luchador por las causas nacionalistas y un ejemplo de ello fue su posici�n ante los sucesos del 9 de enero de 1964, cuando censur� el atropello de las tropas estadounidenses contra los paname�os. Quiz�s ha sido el religioso mejor preparado que ha tenido Panam�. Pudo muy bien ocupar alguna posici�n en El Vaticano, pero siempre prefiri� trabajar por su pa�s y sus aportes son incontables comenzado por el Plan Veraguas, la reapertura del Seminario Mayor San Jos�, las Cenas de Pana y Vino, las Citas Eucar�stica, el Panorama Cat�lica, la Televisora FETV, impuls� el movimiento de laicos, Justicia y Paz y la hoja dominical "Semillas". McGrath fue un defensor de los derechos humanos y denunci� las violaciones de �stos durante la dictadura militar, sin temor a las represalias de los castrenses. Hoy el mejor homenaje p�stumo que podemos rendir al Gran Pastor, es cumplir el deseo expresado en el "ocaso de su vida: que Panam� se empe�e en ser un pa�s de hermanos, donde cada uno se comprometa en la construcci�n de una Patria nueva, cimentada en la aut�ntica convivencia y la paz social".
PUNTO CRITICO |
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