EDITORIAL
Autonomía del IDAAN
Algunos sectores están proponiendo asignarle al Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarrillados (IDAAN), una administración y autonomía especial, similar a la otorgada a la Autoridad del Canal de Panamá. El sistema que impera en la administración de la vía acuática requirió de una reforma constitucional, en la que las fuerzas políticas del país lograron consensos. El acuerdo en torno al Canal surgió de los diálogos promovido por las Naciones Unidas, bajo la mediación de los presidentes Belisario Betancourt y Julio María Sanguinetti.
Ya dirigentes del opositor Partido Revolucionario Democrático (PRD), han expresado tras bastidores su disposición de apoyar una reforma constitucional, para garantizar la autonomía del IDAAN. Aunque dotar al IDAAN de ese régimen especial, es una propuesta correcta, también es cierto que el Estado, no puede estar creando a cada momento republiquitas, debido a la incapacidad de los gobiernos en la administración de sus entidades.
Sin duda que el IDAAN requiere de una reingeniería total, ya que los propios y extraños aceptan que la politización acabó con esa entidad de servicio público. El IDAAN surgió a principios de la década del sesenta y se manejo adecuadamente durante los primeros ocho años, luego con el ascenso de la dictadura se fue deteriorando su administración, mal manejo que prosiguió luego en democracia.
Los políticos son los responsables de la crisis actual que sufre el IDAAN y ellos deben adoptar las soluciones a un problema que ellos mismos crearon. Dentro del marco de esta discusión, el Ejecutivo debe extender el período de las sesiones extraordinarias que culminan mañana y acompañar la propuesta financiera que ha presentado, con el proyecto de una nueva ley del IDAAN. No se puede pretender que un tema tan delicado se debata en seis días hábiles. Hay que ser serios y no dejar que la soberbia política impere sobre la razón.
Ya al menos, las partes reconocen que existe un grave problema en el IDAAN y que se requiere reestructurar la institución. Si los políticos esperaron más de 30 años para atender un problema tan serio, lo correcto es que se debata seriamente las propuestas para reflotar una entidad que casi está quebrada.
PUNTO CRITICO |
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